Tras mi participación en una conferencia sobre innovación y emprendedores en el Banco Central Europeo (BCE), veo oportuno compartir las que parecen ser las claves hacia el éxito en el proceso innovador. La conferencia ha sido organizada  por Diego Rodríguez Palenzuela del BCE y Catherine Fazio del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y nos ha dado la posibilidad de interactuar con los diferentes actores que participan directa o indirectamente en el largo camino por el que se transforman las ideas en nuevos productos.

Entre los participantes se encontraban, no solo profesores del MIT  y otras universidades de renombre de varias disciplinas como ciencias políticas, organización de empresas, economía, nanotecnología, ingeniería; sino también políticos y representantes de instituciones, un parlamentario de Israel, representantes de la Comisión Europea, del Banco Europeo de Inversiones, de las Naciones Unidas,  y como no, emprendedores de varios países y representantes de consorcios relacionados con la innovación.

Paso a elaborar brevemente cuales son los retos, especialmente en los países de la Unión Europea, y las posibles soluciones que han sido planteadas y ardorosamente discutidas en los distintos paneles de expertos. Programa y Webcast están disponibles en el sitio: https://www.ecb.europa.eu/pub/conferences/html/20170313_fostering_innovation.en.html.

El primer reto es como conseguir incentivar a las empresas europeas para que innoven y para que sean capaces, no solo de crear nuevos productos, sino también de conservar el proceso de producción en la región y crecer en tamaño para pasar a ocupar un lugar en el mercado global. Aparentemente los europeos parecen tener una ventaja comparativa en “incremental innovation” mientras que los Estadunidenses la tienen en innovaciones disruptivas y son capaces de crecer tras una de estas invenciones y de llegar a “ocupar” un lugar en el mercado global, mientras que los europeos tienden a vender las start-ups antes de que alcancen un tamaño considerable.

Un estudio realizado por el Banco Europeo de Inversiones muestra que los mayores obstáculos a la innovación según las empresas europeas son la incertidumbre político-económica y las regulaciones del mercado de trabajo y las relacionadas con la creación de empresas, así como también la falta de trabajadores cualificados. Sin embargo, contrariamente a lo esperado, el acceso al crédito y los impuestos parecen sólo afectar a las empresas jóvenes y no a todas. Estos resultados no difieren mucho de los que hemos obtenido en un trabajo reciente realizado para los países MENA (Norte de África y Medio Oriente) en el que se analizaban los obstáculos para incrementar las ventas de las empresas y su productividad (http://www.femise.org/en/articles-en/tax-reform-in-egypt-could-make-its-companies-more-efficient/).

Otro reto planteado es que algunos de los indicadores tradicionalmente utilizados para medir la innovación, y en especial la inversión en I+D, puede que no sean los más adecuados hoy en día, y que debamos pensar en como medir la difusión de las nuevas tecnologías a través de datos relativos al proceso de adopción y uso de las mismas. La creación y desarrollo de nuevos productos parece estar más bien acelerada por la interacción entre “el sistema” “los emprendedores” y el “capital”, que es lo que expertos del MIT denominan el “ecosistema” innovador.

Finalmente, hoy día asistimos como espectadores impasibles a dos fenómenos socio-económicos. Primero, al proceso de cambio demográfico, que implica el envejecimiento de la población en Europa y el consecuente aumento de la tasa de dependencia. Segundo, a la persistencia de elevadas tasas de desempleo, en particular entre los jóvenes, llegando a alcanzar figuras de dos dígitos que superan el 30 por cien en algunas regiones del sur de España, Grecia o Italia. El problema está relacionado con la falta de programas adecuados de educación vocacional y con el hecho de que las universidades parecen haberse quedado “obsoletas” siendo incapaces de formar a los jóvenes para las profesiones del futuro.

Las soluciones a estos retos no son ni obvias ni homogéneas para todos. En primer lugar, el MIT a creado un programa, “Regional Entrepreneurship Aceleration Program” (REAP), cuyo principal objetivo es colaborar con distintas regiones en distintos continentes para incentivar y acelerar su progreso económico y social a través del desarrollo de ideas y su transformación en nuevos productos. En España, como ejemplo más próximo, participan Andalucía, Valencia y la comunidad de Madrid. La idea es crear un “ecosistema” apropiado para fomentar y acelerar la creación de empresas innovadoras, así como también darles el apoyo institucional y financiero adecuado para que sobrevivan en el mercado.

En segundo lugar, distintos estudios indican que la “clave” para innovar no está tan relacionado con la inversión en I+D, sino más bien con los procesos de interacción entre los distintos actores implicados, todavía no está claro si lo que debemos medir es la existencia de “clústers” o de regiones innovadoras o si, dado que el “ecosistema” es la unidad relevante para el proceso innovador, tal vez se requiera delimitar cuál es la unidad geográfica apropiada, si es que la hay, o si debemos definir “ecosistemas digitales”.

En tercer lugar, dado que los actores más importantes en el proceso de desarrollar nuevas ideas son las personas y  su educación y formación, cabe plantear cómo transformar los sistemas educativos con el uso de las nuevas tecnologías, dada la información que tenemos de una carencia de individuos formados para las profesiones del futuro. La educación debe pasar a dar una mayor importancia a enseñar como resolver problemas en todas las instancias, comenzando por la educación pre-escolar. Además, las personas tienen hoy la posibilidad, todavía infrautilizada, de asistir a cursos online ofrecidos por las mejores universidades del mundo y en los temas más variados. Tal vez se deba pasar a construir portafolios individualizados de acuerdo con las ventajas comparativas de la región donde se desea realizar un proyecto o crear una empresa. Para ello, las instituciones internacionales, nacionales y regionales juegan un papel de creciente importancia para contribuir a la existencia de un “ecosistema” apropiado que eduque a sus ciudadanos desde edades tempranas y los prepare para desarrollar ideas y crear los incentivos necesarios para acoger a los emprendedores y acompañarlos hacia el éxito.

Finalmente, no cabe duda que el proceso de innovación es disruptivo y que el miedo al futuro y a la falta de empleos adecuados está al orden del día. Hago aquí una reflexión para que observemos la historia y pasemos a pensar que una revolución industrial es un proceso en el que ciertamente se destruyen empleos, pero también se crean otros nuevos, y en profesiones de las cuales todavía ni siquiera sabemos de su existencia. Seamos pues techno-optimistas y pongamos los medios para que el proceso de cambio sea lo menos disruptivo posible.

 

1 Comentario

  1. Hay que tener en cuenta ese estudio realizado por el Banco Europeo de Inversiones, que nos dice que los mayores obstáculos a la innovación según las empresas europeas son:
    – La incertidumbre político-económica
    – Las regulaciones del mercado de trabajo y
    – Las relacionadas con la creación de empresas, así como también la falta de trabajadores cualificados.

    Todas estas cosas hay que prestarles apuntes a los detalles. Para sobre salir hay que escalar, pero escalar teniendo en cuenta todos los detalles.

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