Ante la apreciación continúa del yen, el Banco de Japón incrementó de forma significativa la tasa de crecimiento del dinero entre 1987 y 1989. Esta expansión monetaria sin precedentes propició el inicio de una «burbuja especulativa» centrada en un fuerte aumento del precio de las acciones en la Bolsa de Tokio y de precios de los inmuebles y terrenos japoneses.

Para reducir la especulación en los precios de estos activos bursátiles e inmobiliarios, el Banco de Japón cambió radicalmente en 1989 la orientación de su política monetaria reduciendo drásticamente la tasa de crecimiento del dinero. Las consecuencias fueron un descenso substancial en los precios inmobiliarios y de las acciones, pero también una grave crisis bancaria y el inicio de un periodo de recesión y de posterior deflación (inflación negativa derivada de la caída del nivel de precios o IPC) que aún continúa en la actualidad.

En el primer gráfico (hacer clic sobre el mismo para verlo más grande) se puede ver el descenso continuado desde 1999 del Indice de Precios al Consumo (referencia de la inflación total) y del Indice de Precios al Consumo excluido los alimentos no elaborados y la energía (referencia de la inflación subyacente) de la economía japonesa. La deflación persistente que ha registrado Japón desde 1990 hasta la actualidad ha sido un factor determinante en el debilitamiento del sistema financiero japonés y de su economía.

En el segundo gráfico adjunto se puede observar como la deflación de la economía japonesa ha convivido con una política monetaria expansiva del Banco de Japón basada en tasas de interés (nominales) objetivo a corto plazo cercanas a cero y con una meta de inflación del 1%. Pero esta situación de deflación persistente resulta en este contexto muy perjudicial: eleva los tipos de interés reales cuando los tipos de interés nominales no pueden caer más y el descenso del nivel de precios aumenta la carga real de las deudas nominales de familias, empresas y gobierno de Japón. Además, la existencia de un «suelo» en los tipos de interés reales positivos (tipos de interés nominales cero – tasa de inflación negativa) lleva al nivel de la inversión de las empresas y el consumo de los hogares japoneses por debajo del nivel que prevalecería si la tasa de inflación y los tipos de interés fueran positivos.

En definitiva, con los tipos de interés nominales cercanos  a cero la política monetaria entra en la conocida «trampa de la liquidez», situación en la cual la política monetaria se muestra ineficaz en el objetivo de impulsar el crecimiento económico.

¿Qué puede hacer El Banco de Japón para estimular la economía y salir de la trampa de liquidez deflacionista aunque los tipos de interés nominales de la economía se encuentren cerca de cero?

Los precios de otros activos (precios de las acciones, precios de las divisas, precios de la vivienda y terrenos), además de los tipos de interés a corto plazo del dinero, contienen información relevante acerca de la orientación de la política monetaria, porque son elementos importantes en varios mecanismos de transmisión monetaria sobre la demanda agregada (la q de Tobin, los tipos de cambio y los efectos riqueza). En este contexto, una política monetaria expansiva encaminada a aumentar la liquidez en la economía se puede encaminar con la utilización de operaciones de mercado abierto (OMA), las cuales no tienen porque limitarse a las tradicionales compras de deuda pública del gobierno japonés con vencimientos a corto plazo. Por ejemplo, la compra de divisas, al igual que la compra de deuda pública con vencimientos a largo plazo, conducen a un incremento de la base monetaria y de la oferta de dinero. Este crecimiento de la liquidez y un compromiso del banco central de utilización de una política monetaria futura expansiva puede estimular la economía y, en última instancia, aumentar las expectativas inflacionarias y los precios de otros activos.

En esta línea de utilización de una política monetaria «no convencional» más agresiva, el Banco de Japón anunció el 22 de enero de 2013 dos medidas complementarias: a) la ampliación del objetivo o meta de inflación del 1 al 2%; b) la ampliación de su programa de compra de activos con vencimientos a largo plazo iniciada el 20 de diciembre de 2012.

Esta reorientación «inflacionista» de la política monetaria se ha visto reforzada con la decisión del nuevo primer ministro de Japón, el conservador Shinzo Abe, de nombrar a un nuevo gobernador del Banco de Japón a Haruhiko Kuroda, antiguo Presidente del Banco Asiático de Desarrollo, firme defensor de la «flexibilización monetaria agresiva». En la primera reunión del 4 de abril del Consejo del Banco de Japón presidida por Haruhiko Kuroda ha aprobado una nueva estrategia de política monetaria de «facilidad monetaria cualitativa y cuantitativa» basada en 2 pilares:
  • Ha lanzado un ambicioso programa de recompra de bonos de deuda pública de Japón y de fondos negociables en el mercado (ETFs y J-REITs) [1] [2] que alcanzará los 7 billones de yenes al mes (unos 578.000 millones de euros al tipo de cambio actual). Hasta ahora, la compra de bonos del Banco de Japón se había limitado a unos 3,4 billones de yenes en el primer trimestre de 2013. En última instancia, si se cumplen las previsiones este nuevo programa de OMA supondría que la base monetaria de la economía japonesa se doblaría en dos años (casi un 10% del PIB de Japón).
  • Se ha comprometido también a alcanzar una tasa inflación interanual del 2% en el menor tiempo posible, con una fecha límite aproximada de dos años.

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[1] Un Exchange-Traded Fund (ETF por sus sigla en inglés), o fondo negociable en el mercado, es un fondo que permite tomar posiciones sobre un índice.

[2] Un Japan real estate investment trusts (J-REIT por su sigla en inglés), es un fondo de inversión inmobiliario negociable en la Bolsa de Tokio.

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