Un hombre sin corbatas

“Llevaré corbata cuando salga de la crisis” fue la respuesta de primer ministro griego a su homólogo italiano cuando le regaló a principios de febrero una corbata (italiana, por supuesto). Con este gesto, el premier griego presenta la imagen de un político sin ataduras (por el juego de palabras en inglés).

Tsipras llega tarde, ya que a principios de los años 90 el visionario y diseñador de moda italiano Giannu Versace escribió un curioso libro «Men without ties«.  El diseñador italiano anunciaba la muerte de la corbata y explicaba el motivo por el cual había decidió eliminar sus colecciones la corbata como complemento de moda masculino. Versache argumentaba que la corbata «ya no es un símbolo de distinción, pues se la ponen hasta los bandidos».(Tsipras diría que la corbata no es un símbolo de dignidad, pues se la ponen hasta los miembros de la troika).

Por fin nos habíamos liberado (los hombres) de las ataduras y podríamos enfrentarnos a las jornada laboral y entrevistas de trabajo sin ligaduras. La ciencia ha acabado dándole la razón a Versace, ya que la corbata aumenta la presión intraocular, según un estudio publicado por Teng et al (2013) en British journal of ophthalmology.

Sin embargo, a pesar de Tsipras, Versace y Teng et al 2013, las estadísticas sobre las ventas de corbatas indican que este complemento sobrevive, con unas ventas de más de 800 millones de dólares en USA un año después de la crisis del 2007.

¿Cómo puede explicarse que un complemento sin ninguna función específica, contra el que se han unido políticos, médicos y diseñadores se siga vendiendo y utilizando? Una respuesta plausible la encontramos en el lipstick effect, acuñado por el CEO de Estée Lauder, de Leonard Lauder  y estudiado  por Hill et al. (2012), en Journal of personality and social psychology.

Según el lipstick effect, el patrón de consumo de productos de lujo cambia durante las recesiones. Hill et al. (2012) argumentan que durante las recesiones desciende la demanda de casi todos los bienes de lujo, excepto la de aquellos que incrementan el atractivo personal y las probabilidades de encontrar pareja – como el pintalabios.

La corbata es el pintalabios masculino y corporativo por excelencia. Lanza una señal de responsabilidad (y atadura), por lo que aumenta la probabilidad de encontrar trabajo. Ante la duda, la mayoría de nosotros nos la anudaríamos antes de enfrentarnos a una entrevista de trabajo. Es más fácil quitarse la corbata si no resulta apropiada (por ejemplo una entrevista para ser ministro griego) que ponérsela de manera apresurada.

Según el lipstick effect, nos cortaremos la corbata cuando acabe la crisis. Para entonces, puede que los hombres sin corbatas ya no las necesiten para encontrar trabajo. Precisamente por esto, posiblemente veremos a Tsipras con un nudo Windsor cuando busque trabajo (o una refinanciación de la deuda griega en la city).

1 Comentario

Responder a El precio por llegar tarde ¿un chiste? | (bAg): Blog de economía de la AldEa Global Cancelar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here