Por Javier Barbero (Universidad Autónoma de Madrid), Ernesto Rodríguez (Universidad Autónoma de Madrid) y Anabela Santos (Université libre de Bruxelles)
A título introductorio, la economía global se encuentra en un contexto marcado por la urgencia de abordar los desafíos ambientales y avanzar hacia modelos económicos más sostenibles. Así, la economía circular se presenta como una alternativa necesaria al modelo tradicional de producción y consumo. Frente al paradigma lineal de “usar y tirar”, la economía circular propone un marco alternativo orientado a prolongar la vida útil de los productos, fomentar el reciclaje, la reutilización y el rediseño de procesos, y minimizar la generación de residuos. A pesar de la creciente atención que ha recibido este enfoque en los últimos años, aún persisten importantes limitaciones, principalmente en lo que se refiere a la disponibilidad de datos consistentes para evaluar su implementación a nivel empírico, sobre todo a nivel regional.
En este artículo los autores analizan cómo se están utilizando los fondos europeos para promover la economía circular en las regiones de la Unión Europea, lo que permite evaluar la efectividad de estos fondos para reducir las desigualdades regionales. En particular, el análisis se enfoca en los proyectos financiados por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) durante el periodo 2014–2020 en términos promedio, con el objetivo de comprender su distribución geográfica y los factores que explican por qué algunas regiones han recibido un mayor volumen de fondos. Para ello, los autores construyen una base de datos novedosa con más de 600.000 proyectos financiados por el FEDER, identificando aquellos vinculados específicamente a la economía circular mediante el uso de técnicas de análisis textual y clasificaciones sectoriales de Eurostat. Para tal fin, los proyectos se agrupan en tres categorías: los orientados de forma general a la economía circular, los que están centrados en tecnología, y los específicamente dedicados a investigación y desarrollo (I+D).
Como se puede observar en el Gráfico 1, el análisis revela la existencia de patrones geográficos, lo que implica que determinadas regiones concentrarían un porcentaje considerablemente mayor de fondos que otras, especialmente en países como Alemania, Francia, España e Italia. Este hecho sugiere que la distribución no es aleatoria, sino que responde a dinámicas territoriales específicas que los autores se proponen investigar. Uno de los hallazgos centrales del estudio es que estas dinámicas territoriales estarían relacionadas con la dimensión espacial, ya que el desempeño en economía circular de una región parece influir en el de sus vecinas. Esta “contaminación positiva” entre regiones se contrasta estadísticamente, lo que permite reforzar la idea de que las políticas de economía circular tienden a expandirse territorialmente, de forma similar al comportamiento de determinados procesos de innovación.
Gráfico 1. Patrón geográfico de los fondos de la UE dedicados a proyectos de economía circular (como % de los fondos de la EU).

Nota: Los fondos de la economía circular se calculan como porcentaje de los fondos FEDER. Fuente: EuroGeographics para los límites administrativos.
Los resultados también muestran que la capacidad de las regiones para utilizar los fondos disponibles para una determinada temática varía considerablemente. Este desempeño está relacionado con factores estructurales a nivel regional, entre ellos la calidad de las instituciones, la densidad del empleo, el nivel educativo de la población y el ingreso per cápita. Curiosamente, el análisis encuentra que un mayor nivel de renta per cápita no siempre se asocia a una mayor especialización de fondos; de hecho, las regiones menos desarrolladas utilizan una mayor proporción de fondos para inversiones en economía circular en relación con el total de fondos europeos asignados. Este hallazgo se podría interpretar como una señal positiva de que los fondos pueden contribuir a una relativa convergencia regional.
El estudio también pone de relieve la necesidad de diferenciar explícitamente entre inversiones en tecnología o innovación (I+D) cuando se analiza la economía circular. Aunque ambos conceptos suelen ir de la mano y tratados de manera similar, los resultados indican que las dinámicas territoriales que explican la utilización de fondos tecnológicos no son exactamente las mismas que las que impulsan los fondos de I+D. Este matiz es fundamental para el diseño de políticas públicas, ya que sugiere que no todas las tecnologías se relacionan con innovación, y por tanto no todas las regiones tendrían la misma capacidad para aprovecharlas.
A nivel metodológico, los autores utilizan un modelo de regresión fraccional para estimar la importancia de distintos factores en la probabilidad de concentración regional de fondos, y aplican estadísticos de autocorrelación espacial para medir la influencia del entorno geográfico. Tanto la base de datos empleada como el enfoque empírico ofrecen un orientación sólida y novedosa que permite avanzar en el conocimiento empírico sobre las dinámicas territoriales de economía circular en la Unión Europa. Sin embargo, el estudio también posee algunas limitaciones importantes, ya que al centrarse en el promedio de un único periodo (2014–2020), no permite observar la evolución a lo largo del tiempo ni los posibles efectos acumulativos. Además, la falta de estadísticas oficiales específicas sobre economía circular a nivel regional continúa resultando sin duda una barrera para el seguimiento adecuado de las políticas públicas a nivel territorial.
Entre las recomendaciones específicas que se derivan del análisis, destaca la necesidad de fortalecer los factores impulsores de la economía circular en aquellas regiones que muestran un menor desempeño, con el fin de aumentar la probabilidad de concentración de fondos. Así, factores como la calidad institucional se presentan como condiciones fundamentales para una utilización efectiva de los fondos. También se sugiere que las instituciones europeas deberían apostar por una estrategia territorial que tenga en cuenta las particularidades de cada territorio, y que a su vez contribuya a reducir las desigualdades territoriales durante la transición verde.
A modo de conclusión, este estudio demuestra que la economía circular no se desarrolla en un entorno económico neutro, sino que estaría profundamente influida por el contexto geográfico, institucional y socioeconómico asociado a cada región. Su expansión depende tanto de factores concretos como de las dinámicas territoriales, lo que plantea un reto sustancial para las autoridades encargadas de la formulación de políticas públicas. Si bien los fondos estructurales pueden resultar un mecanismo poderoso para fomentar la transición hacia una economía más circular y sostenible, su impacto dependerá en gran medida de la capacidad de cada territorio para su aprovechamiento de una manera eficiente y estratégica. La transición hacia una economía más circular y sostenible no solo constituye una mera cuestión tecnológica o ambiental, sino que va más allá y abarca también otras dimensiones como gobernanza territorial y cohesión social, entre otras.




