El alto nivel de endeudamiento privado anticipa que la demanda interna seguirá siendo baja durante un largo periodo, en el que cabe esperar más cierres de empresas y alto desempleo.

El endeudamiento es un arma de doble filo. Utilizado de forma prudente mejora el bienestar de las familias, apalanca el crecimiento de las empresas y permite a los gobiernos financiar el Estado de bienestar y dotar de capital público a las economías. Pero un exceso de endeudamiento puede provocar la desaparición de empresas, la ruina de las familias o la incapacidad del gobierno para suministrar servicios básicos a los ciudadanos.

Desde el inicio de la crisis, la atención de los medios, de la mayoría de los expertos y de los organismos supranacionales encargados de la supervisión o del asesoramiento a los gobiernos, se ha centrado en la deuda pública y su sostenibilidad. Menor atención se ha prestado al endeudamiento privado -y, en particular, al de las familias-, ya sea por las menores posibilidades de control por parte de las autoridades o porque, históricamente, ha habido un menor número de episodios generalizados de crisis generados por el endeudamiento del sector privado no financiero.

Sin embargo, la crisis actual tiene una relación mucho mayor con el endeudamiento privado que con el público, en la casi totalidad de países occidentales, especialmente en España, pero también en el Reino Unido, Irlanda y EEUU. Adicionalmente, la importancia del endeudamiento del sector privado es mayor en esta crisis, porque en circunstancias normales la actuación compensatoria del sector público suaviza la situación del sector privado. Desgraciadamente, la política seguida por el BCE limita la actuación por el lado monetario y los altos niveles de deuda pública lo constriñen también por el lado fiscal. En consecuencia, el proceso de reducción del endeudamiento del sector privado en la UE, va a continuar sin ser acompañado por la actuación compensatoria de los gobiernos. El proceso será más largo y más duro.

Un de las consecuencias inevitables, es que el consumo de las familias va a continuar siendo muy limitado ¿Cuánto y hasta cuándo? No es fácil definir cuál es el nivel de endeudamiento privado -especialmente de las familias- que es sostenible. La teoría económica no ofrece un criterio normativo que nos lo indique. Los trabajos de Franco Modigliani y Merton Miller dejan indeterminado el nivel de endeudamiento en la estructura óptima de capital. Hay que recurrir a algún criterio práctico para estimarlo.

Ese criterio ha de estar necesariamente asociado al nivel de riesgo. Podemos afirmar con seguridad, que los mercados financieros no van a asumir unos niveles de endeudamiento y de riesgo tan elevados de las empresas y de las familias como los que se han mantenido hasta el inicio de la crisis. Tampoco para los gobiernos, que presentan los mayores niveles en tiempos de paz.

Para el caso de España, al inicio de la crisis en el año 2007, la deuda de las familias con relación al PIB era del 83,2%. Este nivel es aproximadamente igual al último dato disponible de finales del año pasado. A pesar de que el endeudamiento de las familias se ha estado reduciendo a un ritmo del 2,5% anual, la caída del PIB ha impedido una mejora significativa.

Pues bien, si aceptamos que el nivel de endeudamiento va a ser inferior al del inicio de la crisis y se va a encontrar próximo al de principios de la década pasada, las familias españolas necesitan reducir su endeudamiento en un 32% del PIB o, en otros términos, un 50% de su renta disponible.

El tiempo que tardarán las familias españolas en conseguir ese nivel de endeudamiento va a depender de la evolución del PIB y del propio ritmo de reducción de las deudas. El ritmo al que lo han estado haciendo es del 2,5%. Con esa pauta, y un crecimiento del PIB moderado, nuestras familias tardarán 13 años en alcanzarlo.

Que el nivel de endeudamiento no sea sostenible en su estado actual, como hemos señalado, no es sólo fruto de una conjetura derivada un criterio práctico. Lo es también por lo que muestran las investigaciones empíricas realizadas. Así como Reinhart y Rogoff han calculado que cuando la deuda pública alcanza un nivel del 90% del PIB la economía se contrae, un reciente estudio del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, indica que cuando la deuda de las familias alcanza un nivel del 84% del PIB, el crecimiento se vuelve negativo, contrayendo la actividad económica. Ese es justamente el nivel en el que se encuentra el endeudamiento de las familias españolas.

Aun cuando el estudio necesita una mejor calibración estadística, el nivel señalado muestra el punto hasta el que el consumo interno estimula el crecimiento económico, pero también desde el que es excesivo para el nivel de producción y renta y empieza a dañar el propio crecimiento.

El periodo es muy prolongado y durante todo ese tiempo no cabe esperar que el consumo de las familias españolas mejore. En consecuencia, cabe esperar más cierres de empresas, especialmente de aquellas ubicadas en el sector de bienes de consumo duradero -tanto productoras como distribuidoras- y de servicios como textil , hostelería y servicios personales en zonas con escasa afluencia de turismo extranjero.

La austeridad pública y privada va a continuar siendo el mecanismo de reducción de la deuda. La gran actividad exportadora de las empresas españolas debería intensificarse. La fuente de expansión es el sureste asiático, China, EEUU y América Latina por el crecimiento que muestran. Pero las empresas también deberían apuntar a los mercados con menores niveles de endeudamiento familiar: Europa del Este, Asia Central, Japón, Austria y Alemania.

Sólo redoblando esfuerzos para aumentar nuestra presencia internacional, la crisis será más suave. Mientras tanto, tendremos que adaptarnos a un menor consumo durante muchos años.

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