El 15 de junio de 2021, la Comisión Europea y el Gobierno de Estados Unidos emitieron un comunicado conjunto anunciando la suspensión de los aranceles relacionados con el caso Airbus-Boeing por un período de 5 años. Esta decisión puso fin, temporalmente, a una guerra comercial de 17 años, la más larga en la historia de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La disputa comercial comenzó el 6 de octubre de 2004, cuando Estados Unidos solicitó consultas con las delegaciones de Francia, Alemania, España, el Reino Unido y la Unión Europea (UE) en la OMC para tratar sobre los posibles subsidios recibidos por Airbus. El mismo día, la UE también solicitó consultas con los Estados Unidos sobre los posibles subsidios recibidos por Boeing. Estados Unidos sostenía que Airbus había recibido préstamos en condiciones preferenciales para diseñar y desarrollar el modelo de avión A-380. La UE argumentaba que Boeing había recibido exenciones fiscales y subsidios muy generosos de algunos estados de Estados Unidos. En ambos casos, el denunciante argumentaba que las subvenciones habían permitido a la compañía aeronáutica rival lanzar al mercado nuevos modelos en un plazo más corto y con menores costes de producción que en un escenario sin subvenciones, perjudicando las ventas de la otra compañía aeronáutica.
Ambos casos pasaron por todas las etapas del mecanismo de resolución de disputas de la OMC: consultas, panel, órgano de apelación, panel de cumplimiento y órgano de apelación de cumplimiento. La complejidad del caso generó retrasos en todas las etapas del proceso, lo que explica por qué el caso Airbus-Boeing haya sido el más largo en resolverse en la historia de la OMC. En ambos casos, la OMC dictaminó que muchos de los subsidios otorgados por países de la UE y estados de Estados Unidos a Airbus y Boeing, respectivamente, eran ilegales. Además, dado que ninguna de las partes había retirado todos los subsidios ilegales en el momento de dictarse la resolución, se permitió que el denunciante tomara represalias. Así, el 2 de octubre de 2019, la OMC autorizó a Estados Unidos a imponer aranceles a productos de la UE por valor de 7.490 millones de dólares anuales, convirtiéndose en la contramedida más elevada autorizada en la historia de la OMC. Un año después, la OMC autorizó a la UE a imponer aranceles a productos estadounidenses por valor de 3.990 millones de dólares al año.
Los aranceles de represalia se mantuvieron hasta marzo de 2021. Según mis estimaciones, Estados Unidos redujo la demanda de los productos de la UE afectados por los aranceles en un 37%. Los países más castigados por los aranceles fueron Francia y España, cuyas exportaciones totales a Estados Unidos se redujeron en un 4,3% y 1,7%, respectivamente.
Paradójicamente, la propia medida que motivó el conflicto entre Estados Unidos y la UE, las subvenciones, ha sido una de las razones que ha facilitado la resolución de esta disputa. Los Estados Unidos y la UE están muy preocupados por los subsidios otorgados directamente por el gobierno chino, o indirectamente a través de las empresas estatales, a las empresas chinas, que permite a éstas tener una ventaja frente a las empresas europeas y estadounidenses. Al contrario de la Administración Trump, la estrategia de la Administración Biden es unir fuerzas con la UE para aumentar la presión sobre el gobierno chino para que elimine estas prácticas desleales. Resolver su guerra comercial más larga parece un buen comienzo para cimentar esta unión. La reciente resolución de otro de los conflictos comerciales entre Estados Unidos y la UE, el del acero y el aluminio, parece confirmar esta estrategia.