La reciente publicación por parte del Instituto Nacional de Estadística de la Encuesta de Población Activa correspondiente al cuarto trimestre de 2020 (pueden consultarse aquí los resultados detallados y aquí la nota de prensa) permite realizar una rápida valoración de los estragos laborales que ha producido la Gran Reclusión en nuestro país. Esta última edición de la EPA ofrece evidencia de gran utilidad desde una perspectiva más coyuntural, relacionados con la incipiente recuperación laboral que se viene dando en los últimos meses y que esperemos que permita recuperar el terreno perdido en un plazo no muy amplio, pero su principal interés seguramente radica en la perspectiva de más alcance que proporciona en relación con la situación previa a la crisis hace un año. Esta perspectiva es más adecuada que la que ofrecían las encuestas de anteriores trimestres, en tanto que las mismas resultaban distorsionadas por los importantes efectos tanto de los expedientes temporales de regulación de empleo (ERTE) como de las restricciones a la movilidad en agregados laborales como el empleo o el desempleo (más detalles aquí y aquí).

El primer resultado a destacar es la intensa destrucción de empleo que se produjo durante 2020, de modo que en relación con finales de 2019 el empleo descendió en 622.000 personas, una caída de más del 3%. Dicho descenso se centró exclusivamente en el sector privado (en el sector público se produjo, por el contrario, una creación neta de 125.000 empleo) y en el empleo asalariado (el número de trabajadores por cuenta propia subió muy ligeramente con respecto a finales de 2019). También afectó en mayor medida a trabajadores con contrato temporal (alrededor de dos tercios del total del empleo perdido), en los servicios (aunque la destrucción de empleo afectó a todos los sectores, en el caso de los servicios se produjo el grueso de la pérdida de empleo, con 537.000 empleos menos) y en ciertas regiones como Cataluña, Madrid o Canarias (donde en todas ellas se perdieron más de 100.000 empleos). Esta pérdida de empleo resultó muy atenuada, especialmente en el caso del empleo indefinido, por una utilización masiva de los ERTE, los cuales llegaron a beneficiar a un máximo de 3,4 millones de asalariados. En la actualidad la cantidad de empleados acogidos a esa figura es sustancialmente menor (suponen algo más de medio millón) lo que implica una notable normalización de la situación, pero también que todavía existe margen para una pérdida adicional de empleo si parte de ellos no logran reintegrarse a la actividad económica.

La segunda circunstancia reseñable es el importante aumento del desempleo que se dio durante 2020 (527.000 personas). Este aumento es algo menor que la destrucción de empleo debido a una cierta reducción de la población activa (95.000 personas) y sitúa actualmente la tasa de paro en el 16,5% de la población activa. Se trata de un registro significativamente mayor que el que se daba a finales de 2019 (13,8%) y muy elevado a todas luces, ya que en el caso de ciertas regiones se sitúa ya por encima del 20% (Andalucía y Extremadura) o incluso el 25% (Canarias). En cualquier caso, es indiscutiblemente una excelente noticia el hecho de que en el contexto de la peor crisis económica que ha sufrido la economía española en las últimas décadas el aumento de la tasa de desempleo haya sido notablemente inferior a la experimentada en otros contextos recesivos. Resulta muy ilustrativo en este sentido, por ejemplo, que organismos como el Fondo Monetario Internacional vaticinaran en sus previsiones cotas más elevadas de hasta el 20% en la tasa de desempleo de nuestra economía o que en el contexto de la crisis de la zona euro el desempleo en España llegara a afectar al 27% de la población activa (gráfico 1), aun cuando la magnitud de la crisis (medida a partir de la caída acumulada en los niveles de actividad económica) fue algo menor que la asociada a la Gran Reclusión.

Gráfico 1.

 Tasa de desempleo.

Fuente: INE (2021), Encuesta de Población Activa (EPA) Cuarto trimestre de 2021 Nota de prensa

 (https://www.ine.es/daco/daco42/daco4211/epa0420.pdf).

De forma muy sintética, otro resultado de interés es que el intenso deterioro laboral durante el año pasado dio lugar a una caída de los hogares que tienen a todos sus activos ocupados (los cuales se han reducido en 397.300, un 3,7% menos que el año anterior) y a un aumento muy significativo tanto de los hogares en los que todos los activos están en paro (los cuales han aumentado en 183.900, un 18% más que un año antes) como de los hogares sin ingresos (609.900 hogares, lo que supone en torno a un 8% más en términos interanuales). En el mismo sentido, destaca el mantenimiento en los últimos trimestres de 2020 de una extensión relativamente elevada del teletrabajo, el cual afecta a alrededor del 10% de los ocupados españoles.

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