Julián Andrada Félix es Profesor Titular de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Adrián Fernández Pérez es Senior Research Fellow de la Auckland University of Technology y Simón Sosvilla Rivero es Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.
La historia reciente revela que la banca ha sido el principal causante de la trasmisión de riesgo en el sistema financiero español, en gran medida debido a que algunas entidades eran demasiado grandes para quebrar (too big to fail), ya que podrían desencadenar consecuencias sistémicas letales sobre el conjunto de la economía y de la sociedad.
De hecho, el sistema bancario español necesitó, tras la crisis financiera global de 2007-2008, ayudas públicas nacionales y de fondos procedentes de la Unión Europea de una cuantía estimada de 65.725 millones de euros. El objetivo de estas ayudas fue restaurar la confianza, estabilizar el sector y situarlo en una posición más sólida de cara al futuro. Tras dicha crisis se inició un proceso de profunda reforma del sistema bancario español que dio lugar a la restructuración, recapitalización y concentración del sector. En este proceso destaca la creación en 2009 del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y los avances significativos realizados durante el periodo de 2012-2016, que incrementaron la fortaleza y solvencia del sistema bancario español, así como las pruebas de estrés llevadas a cabo periódicamente, desde 2010, por la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) para analizar la situación financiera de las entidades bancarias españolas. Estas mejoras en la salud financiera del sector se han vuelto a manifestar en la reciente crisis del COVID-19 en la que, aún con rentabilidades negativas debido al aumento de reservas en forma de provisiones, el sector bancario español sigue incrementando su solvencia.
En un reciente artículo analizamos el contagio entre varios indicadores de estrés financieros españoles representativos del mercado de renta variable, el mercado de renta fija, los intermediarios financieros, el mercado monetario, el mercado de derivados y el mercado de divisas entre enero 1999 y abril 2021, prestando especial atención a la intensificación de la trasmisión de las tensiones entre estos indicadores durante las crisis financieras recientes. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) elabora dichos indicadores, que se actualizan semanalmente, combinando 18 variables de estrés financiero basados en variables que se relacionan, en términos generales, con volatilidades, primas de riesgo, indicadores de liquidez y pérdidas abruptas de valor de los diferentes instrumentos financieros.
Nuestros resultados indican que el estrés de los mercados financieros españoles raramente se contagia entre los diferentes segmentos. Sin embargo, se detecta un alto grado de transmisión entre ellos durante periodos de inestabilidad financiera asociados a las fases bajistas del ciclo económico y a episodios de alta incertidumbre generada tanto por la reciente pandemia de COVID-19 como por episodios de indecisión en la definición de la política económica. Analizando estos periodos con más detalle, descubrimos que el segmento de intermediarios financieros (que representa al sistema bancario español) fue el principal transmisor de estrés al resto de segmentos financieros durante la crisis financiera global de 2007-2008, la crisis de deuda soberana europea de 2010-2011 y la crisis generada por el referéndum del Brexit en 2016. En cambio, dicho segmento tuvo un impacto más limitado en los primeros meses de la crisis del COVID-19, en los que los mercados de bonos y de renta variable constituyeron los principales focos de emisión de tensión en el sistema financiero español.
Estos hallazgos corroboran los efectos positivos del proceso gradual de mejora en la fortaleza y solvencia del sistema bancario español. Se constata que este contribuyó significativamente a una situación financiera más saludable en el sistema financiero durante los primeros meses de la crisis del COVID-19, disminuyendo paulatinamente su papel como propagador de estrés al resto de segmentos en comparación con lo sucedido durante las crisis anteriores.
Los grandes bancos españoles han publicado recientemente los resultados del tercer trimestre del año y vuelven a repartir dividendos, después de retenerlos en 2020 a petición del Banco Central Europeo. No obstante, aún quedan importantes retos a los que el sistema bancario español debe enfrentarse para superar las vulnerabilidades que aún se registran en términos de posible deterioro de los créditos y empeoramiento de la calidad de sus activos y la existencia de riesgos cuya materialización podría dificultar el proceso de normalización económica y financiera.