Las líneas que siguen son la presentación que realicé del profesor José Colino Sueiras en las XXXVI Jornadas de Alicante sobre Economía Española al ser galardonado con la medalla de las Jornadas 2021.

Conozco a José Colino desde que inicié mi carrera académica en Murcia “hace muchas lunas cuando éramos árboles jóvenes y engreídos”, como decía la gallega de adopción Elena Quiroga en su novela La sangre. No sé si soy la persona más adecuada para hacer su semblanza, pero he de decir que me hizo muy feliz cuando me invitaron a realizarla. Así que agradezco a los organizadores esta oportunidad para sumarme al merecido homenaje que hoy le brindamos al profesor Colino desde la Asociación Libre de Economía. Asociación de la que fue socio fundador como también lo fue de la Revista de Economía Aplicada y autor, desde la primera edición, del capítulo sobre el sector agrario en el manual Lecciones de Economía Española.

Me centraré en los rasgos de su biografía que han tenido un mayor impacto tanto sobre su propia carrera como sobre la academia.

Se licenció y doctoró en la Universidad de Santiago de Compostela y realizó estudios predoctorales en las universidades de Ginebra en el curso 1974-75 y Lyon II, donde obtuvo un DEA de Sistemas Productivos en el curso 1976-77. Posteriormente, en 1982, realizó una estancia post-doctoral de seis meses en el Departamento de Economía Agraria en la sede de París del Instituto Francés de Investigación Agraria merced a una beca de la Xunta de Galicia.

Como profesor universitario comenzó su actividad docente en la U. de Santiago donde fue profesor entre 1973 y 1982. Este periodo incluyó un acontecimiento significativo y habitual durante el tardofranquismo: en 1974 fue expulsado junto a otros diez compañeros por militar en diferentes partidos clandestinos. Este hecho marca un rasgo de su personalidad: su vocación por “vivir fuera del rebaño” (en palabras de G. Brassens). O como resumía Rosalía de Castro en su poema De mí hablan las plantas: «De mí murmuran y exclaman:/ Ahí va la loca soñando /.… / Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula».

En 1982, con el apoyo del profesor García Delgado, dejó la Universidad de Santiago y se trasladó a la Universidad de Murcia donde se incorporó a la recién creada Facultad de Economía y Empresa (R.D. Junio 1981) y desarrolló su actividad académica como catedrático de Estructura Económica hasta la actualidad que ejerce como Profesor Emérito.

En el terreno docente Pepe Colino forma parte de una rara avis de profesores universitarios que consideran la enseñanza como la más importante de nuestras obligaciones. ¡Cuántas horas habremos dedicado en el departamento a hablar de docencia por iniciativa de Pepe! Francamente no lo sé, pero sí sé que si le preguntamos a él nos dirá que han sido pocas.

Su comprometido espíritu docente me recuerda las palabras de Gabriel Celaya, en su poema al maestro, cuando decía que: [Enseñar] «es lo mismo / que poner un motor a una barca / hay que medir, pesar, equilibrar… / …y poner todo en marcha./ Pero para eso,/ uno tiene que llevar en el alma/ un poco de marino, un poco de pirata…/ un poco de poeta…»

Pero José Colino no solo ha sido solo un profesor dedicado y poco autocomplaciente. Su intensa implicación en la gestión académica fue trascendental tanto para configuración de la Facultad como del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia.

Fue Vicedecano entre 1983 y 1985 y Decano entre 1985 y 1991. Su mandato tuvo lugar en un período crucial previo a la constitución de los departamentos y, por tanto, todo, desde la gestión presupuestaria hasta la política de plazas, pasaba por el centro. Ardua labor en una facultad de reciente creación con un crecimiento exponencial del alumnado y del profesorado. Gracias a su arriesgada y combativa política de plazas el conjunto de profesores que allí nos encontrábamos estamos en deuda con él pues su política de estabilización de la plantilla nos permitió a muchos acometer docencia y tesis desde una posición mucho más cómoda.

En este apasionante periodo trabajó denodadamente por la inserción de la joven Facultad de Economía y Empresa en la vieja Universidad de Murcia dominada por la influencia de las “batas blancas”.

Entre 1992 y 2002 fue director del Departamento de Economía Aplicada. De nuevo su habilidad le llevó a configurar un departamento en el que estratégicamente acabó con la eterna distinción entre las áreas de Política Económica y Estructura Económica que tantos dolores de cabeza y solapamientos ha generado en otras universidades. Sin duda creo que fue una decisión fundamental y muy acertada.

En 2005 solicitó una excedencia especial para asumir la Dirección del Instituto Gallego de Estadística de la Xunta de Galicia y en 2007 fue nombrado Director General de Planificación y Fondos Comunitarios de la misma institución, cargo que ejerció hasta 2009.

Su actividad investigadora se resume en la publicación de alrededor de 120 aportaciones científicas, entre artículos, capítulos de libros y libros, que han tenido como principal ámbito de análisis la Economía Agraria. Ha dirigido y participado en diversos proyectos y contratos de investigación con diferentes entidades tanto públicas como privadas entre las que cabe citar las siguientes: Parlamento Europeo, Fondo Europeo de Desarrollo Rural, Instituto Europeo para la Igualdad de Género, Ministerio de Agricultura, Ministerio de Igualdad y Política Social, Consejería de Agricultura y Agua de la Región de Murcia y Consejo Económico y Social de la Región de Murcia.

Creo haber recorrido los principales hitos de este compañero un poco Quijote en piel de Sancho; de fuertes convicciones universitarias donde siempre ha destacado por su actitud nada conformista; al que si tuviera que identificar con una imagen, sin duda, sería la de la fotografía Muerte de un miliciano de Roberto Cappa por su impactante fuerza narrativa; y al que si tuviera que calificar con una palabra, sin duda, tendría que acuñar una nueva, imitando a su paisano Luis Piedrahita. Esta palabra sería “gallegano”: dícese de la persona que posee la modestia típicamente murciana y la retranca más típicamente gallega y de ambas comparte un corazón hospitalario y muy generoso.

Sin duda un maestro nada paternalista, enemigo de las pamplinas, los compadreos y las decisiones verticales; todo lo contrario, amante de hablar, de discutir, de consensuar y de trabajar denodadamente por el bien de la Universidad en general y del Departamento de Economía Aplicada de la U. de Murcia especialmente, donde no podemos menos que estarle agradecidos y expresarle nuestro afecto más sincero, aunque no se deje. Como decía otra gallega ilustre, Emilia Pardo Bazán: “Los sentimientos no los elegimos se nos vienen, se crían como la maleza que nadie planta y que inunda la tierra”.

Creo Pepe que has hecho “camino al andar” pero Ítaca todavía está lejos.

Así que ¡buen camino!

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