El proceso aperturista puesto en marcha en China a partir de finales de la década de 1970 del pasado siglo ha llevado a esta nación a convertirse en la primera productora mundial (medido en términos de paridad de poder de compra), la primera exportadora de bienes y servicios y la segunda importadora. Ello ha sido así gracias a un extraordinario crecimiento del PIB durante las últimas tres décadas, apoyado en el incremento en la productividad, que ha conducido a que la renta por habitante experimente un fuerte proceso de convergencia con la economías más avanzadas, si bien todavía queda alejada de las mismas. Este hecho queda patente en su estructura productiva, donde a pesar de los avances experimentados sigue mostrando un sesgo excesivo hacía el sector industrial y, en menor medida, hacia el sector agrario, en detrimento de los servicios.
El fuerte crecimiento de la economía China se ha sustentado en la expansión y modernización de un sector industrial muy orientado a la exportación. La evolución de las ventas foráneas de China en comparación con las de Estados Unidos y Alemania muestra con claridad el mayor ritmo de crecimiento de las exportaciones de China a lo largo de todo el período y especialmente desde los primeros años de la década del 2000. Este giro hacia la exportación de dicha economía queda patente en el hecho de que su volumen de ventas foráneas supera en más de un 30% al de Alemania, cuando tan solo veinticinco años atrás era marginal en el ámbito internacional.
En este contexto, España ha intensificado de forma importante sus relaciones comerciales con el gigante asiático. En concreto, entre 1990 y 2014, las exportaciones de España al gigante asiático han crecido a una tasa media anual acumulativa del 11,5%, lo que ha supuesto que el valor de las exportaciones a este país se hayan multiplicado casi por 18 en dicho período. Por su parte, el ritmo crecimiento de las importaciones de España procedentes de China ha sido todavía más intenso (14,4%), multiplicándose el valor de las importaciones por algo más de 36 desde 1990. Además, durante los 25 años considerados, las exportaciones españolas a China han sido siempre menores que las importaciones españolas de China como pone de manifiesto la tasa de cobertura de España en el comercio con China, que se sitúa en promedio en el 25% a lo largo de este período.
El análisis de la estructura sectorial del comercio exterior de bienes de España con China en 2014 revela que aproximadamente la mitad de las exportaciones se concentra en semimanufacturas (principalmente productos químicos) y bienes de equipo. A estos sectores le sigue en orden de importancia las exportaciones de materias primas (con una participación cercana al 18%), alimentación, bebidas y tabaco (11,71%) y manufacturas de consumo (9,57%). Atendiendo a la vertiente importadora, se observa una fuerte concentración en manufacturas de consumo 38,3%) y, sorprendentemente, bienes de equipo (33,4%).
En el apartado econométrico utilizamos el modelo de gravedad del comercio internacional para estimar el comercio potencial entre España y China en ambas direcciones a lo largo del período 1990-2014. En su formulación más simple, la ecuación de gravedad plantea que los flujos comerciales bilaterales dependen positivamente del tamaño económico de los países y negativamente de la distancia entre ellos, en analogía a la atracción gravitacional newtoniana. Sin embargo, la literatura especializada ha ampliado la formulación básica de la ecuación de gravedad con variables adicionales de control que tratan de recoger otros factores con influencia sobre los costes de transacción bilaterales, así como la denominada resistencia multilateral al comercio y la heterogeneidad bilateral inobservable.
Flujos comerciales por debajo de su valor potencial
El análisis realizado con datos de 48 países (entre los que se incluyen las principales economías del mundo) a lo largo del período 1990-2014 pone de manifiesto que las exportaciones de España a China estuvieron por encima de los valores predichos por el modelo hasta 1999. A partir de entonces, el valor observado se sitúa sistemáticamente por debajo del valor potencial estimado (70% en promedio) siendo las diferencias entre ambos valores mayores durante los seis últimos años del período analizado en los que la ratio del valor observado sobre el potencial se mantiene estable alrededor del 61%.
Por lo que respecta a las exportaciones de China a España, los resultados indican que a partir del año 1999 (con la única excepción del 2001) los valores observados se sitúan nuevamente por debajo de los valores potenciales que predice la ecuación de gravedad. No obstante, conviene señalar que en todos estos años el valor real de las exportaciones de China a España se ha mantenido relativamente cerca de su potencial, situándose la media de la ratio anual entre el valor real y el potencial (excluyendo el año 2001) en el 85%. En consecuencia, desde comienzos del siglo XXI, en las relaciones comerciales entre España y China en ambas vertientes y, especialmente, en la exportadora, los flujos comerciales están por debajo de su valor potencial lo que sugiere que existe un margen para acrecentar las relaciones comerciales entre ambos países.