Por Luis Moreno Izquierdo, profesor del Departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Alicante.

Las XXXIV Jornadas de Alicante sobre Economía Aplicada se han convertido, por calidad y experiencia de los ponentes, su excelente organización, los temas tratados, y por supuesto por tradición, en uno de los foros de economía más esperados y respetados de España.

Este año, fiel a su cita para alimentar debates y exponer resultados de nuevas áreas de interés para los expertos, el tema escogido ha sido la ‘4ª revolución industrial’, siendo su tecnología base -la inteligencia artificial- la verdadera protagonista del encuentro.

A pesar de las diferentes exposiciones y tonos más o menos tecno-optimistas, todos los ponentes coincidimos en el cambio sustancial y transversal que supondrá para nuestras empresas, gobiernos, emprendedores, trabajadores y sociedad en general la consolidación de la inteligencia artificial y su hibridación con el resto de sectores económicos. Esto incluye, por supuesto, temas de estudio tan apasionantes como los efectos de la automatización del empleo, la protección y uso de datos por parte de empresas y administraciones, la aparición de nuevos modelos de negocio, o el papel de las universidades en la formación de los profesionales del futuro, entre otros muchos.

Pero si algo resultó especialmente interesante fue la preocupación que existe ante el liderazgo tecnológico que se disputan China y Estados Unidos, con una Europa sobrepasada por los acontecimientos, en la encrucijada de sostener a sus industrias líderes o de reinventarse. Emilio Ontiveros en la sesión del viernes supo reflejar de forma magistral esta situación, con datos que muestran, por ejemplo, cómo la inversión en I+D respecto al PIB del gigante asiático ya ha superado al conjunto de la UE y apunta hacia Estados Unidos.

Pero más allá de la inversión en I+D es importante hacernos eco del tipo de apuesta que se está realizando en cada zona del planeta. En este sentido Europa dedica gran parte de su presupuesto a innovar sobre una base industrial tradicional, que reconozcámoslo, no está dando grandes resultados: las empresas tecnológicas brillan por su ausencia, y a excepción de Spotify y algunas fintech, solo sobresalen las compañías de telecomunicaciones con décadas (incluso algún siglo) de tradición, fruto de la liberalización ventajosa de su sector, y que cada día se encuentran más amenazadas por nuevas aplicaciones y herramientas.

Mientras tanto, en Estados Unidos sus gigantes tecnológicas apenas cuentan con dos décadas de tradición, y son absolutas líderes en patentes e inversión en vanguardia tecnológica. Google, Amazon, Apple, IBM, Facebook o Microsoft no son solo las referentes de la economía de internet, sino que también apuntan a serlo de la siguiente generación.

Por no hablar de China, que con su programa MIC2025 ha puesto todos los huevos en la cesta de la disrupción: inteligencia artificial, big data, energías renovables… El papel del gobierno está siendo fundamental en este proceso, y aunque surjan dudas respecto a la situación futura de su economía (posible boom de la vivienda, contaminación, consumo de las clases medias,…) desde Beijing tienen muy claro que el liderazgo global ha pasado históricamente por ser la primera potencia tecnológica.

En palabras de Emilio Ontiveros, Europa tiene mucho camino que recorrer. Quizá con la liberación de fondos públicos se consiga poner en marcha a un viejo continente demasiado pendiente de sus sectores tradicionales como la construcción, el turismo o el automóvil. Pero es evidente que sin programas de educación que apuesten por el pensamiento computacional, sin la colaboración entre empresas y universidades que impulse la contratación de científicos en el sector privado, o sin las facilidades para el desarrollo y creación de empresas tecnológicas, Europa sucumbirá ante la consolidación global de la inteligencia artificial.

Todas estas cuestiones, y otras muchas del mismo interés, fueron expuestas en unas jornadas para la historia, que han trazado una línea de debate apasionante ante la magnitud de los retos que trae para cualquier ámbito socioeconómico la nueva ola tecnológica, la de la 4ª revolución industrial.

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