El Ind-ALDE se ha actualizado para el mes de marzo con los datos publicados hasta enero de producción industrial, ventas y renta y hasta febrero de afiliados. Una vez incorporados los nuevos datos, el indicador muestra por primera vez valores negativos desde que se superaron los efectos de la Gran Recesión. El valor que alcanza en febrero es de -0,35 y, aunque está lejos de las caídas de dos dígitos habituales en las recesiones económicas, supone atravesar el umbral hacia los números negativos mostrando un claro síntoma de agotamiento económico.

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Atendiendo a las tasas de crecimiento interanuales, todos los indicadores individuales que forman parte del indicador agregado han empeorado su valor en enero. La producción industrial, las ventas la renta y los afiliados crecieron menos en enero (-3,63%, 0,01%, 2,88% y 1.68%) que en diciembre del año anterior (2,11%, 0.45%, 3,66% y 1,99%). En crecimiento de afiliados se recuperó levemente en febrero y subió al 2,18%, aunque este dato está por debajo del crecimiento medio de 2019 de 2,61%.

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En cualquier caso, estamos viviendo un momento excepcional, también en la aplicación de técnicas de previsión económica. La forma de hacer previsión en el momento actual es un claro ejemplo de la diferencia que existe entre el uso de indicadores coincidentes respecto del uso de indicadores adelantados de actividad económica. Por construcción, el Ind-ALDE es un indicador coincidente de la actividad económica y se ha actualizado usando básicamente datos hasta enero, con excepción de los afiliados que se actualizan hasta febrero. Por eso, aunque el indicador muestra las primeras señales de agotamiento, no recoge la caída sin precedentes que se espera en la actividad económica a causa de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.

El efecto final del coronavirus sobre la economía española dependerá de muchos factores internos y externos, ambos relacionados con la duración y la intensidad de la pandemia. Incluso dependerá de cómo afecte a la confianza de sectores clave como el turismo, una vez superada la gravedad sanitaria provocada por el virus.

No disponemos todavía de datos para España, pero, si tomamos como ejemplo a China, el primer país en sufrir la crisis sanitaria y del que ya empezamos a tener datos de la actividad económica, los indicadores económicos coincidentes de enero y febrero muestran una contracción desconocida. La producción industrial ha disminuido un 13.5%, el comercio minorista un 20.5% y la inversión en activos fijos un 24.5%.

Los primeros valores de los indicadores adelantados que se conocen para España no son muy alentadores. En el último mes, los mercados bursátiles internacionales se han desplomado y el IBEX ha perdido cerca de un 40%, mientras que la prima de riesgo de la economía española frente a la alemana ha subido más de un 60%. Debido al parón de la producción y a pesar del aumento del consumo en los hogares, según datos de Red Eléctrica de España (REE), la demanda eléctrica se ha reducido entre el 5% y el 10% en los últimos siete días respecto al consumo previsto para ese periodo.

Uno de los primeros indicadores adelantados basados en encuestas que se encuentran disponibles es el Purchasing Manager’s Index (PMI) compuesto (servicios e industria) elaborado por IHS Markit para la zona Euro. La interpretación de este indicador es muy sencilla: cuando el valor del PMI se encuentra por encima del 50% se interpreta como un momento de aceleración económica, mientras que cuando el indicador baja del 50% está indicando una desaceleración. El valor adelantado (flash) para marzo que se ha publicado el día 24 es de 31,4, el menor dato desde que se disponen registros.

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A juicio de Rafael Doménech, Responsable de Análisis Económico del Servicio de Estudios del BBVA, cada semana de confinamiento supondría aproximadamente casi un 2% del PIB anual. Este dato nos permite hacernos una idea del impacto directo que podría tener sobre la actividad económica la situación de alarma decretada por el Gobierno en todo el territorio nacional desde el pasado 14 de marzo. Si el confinamiento durase cuatro semanas y diera lugar a una reducción de la actividad del 50%, la disminución directa del PIB sería de un 4%. Sin embargo, este efecto directo está calculado como una media y podría estar minusvalorando el efecto real sobre la actividad económica porque el confinamiento se está produciendo en semanas clave para el sector turístico.

En definitiva, nos encontramos ante una situación excepcional y con potenciales efectos económicos sin precedentes en la historia reciente. Sin embargo, se han puesto en marcha numerosas medidas económicas contracíclicas, algunas de ellas coordinadas internacionalmente. La efectividad de dichas medidas que afectan al ámbito fiscal, monetario, laboral y financiero será crucial para mitigar los efectos económicos perversos tanto en intensidad como en duración de la pandemia global.

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