Un billete de cien billones de marcos en la hiperinflación alemana de 1923 |
Este post se publicó en el blog Viaje al Fondo de las Finanzas Internacionales, blog personal de Vicente Esteve el 5 de diciembre de 2023. Fruto del acuerdo de colaboración entre este blog y el blog de ALDE, cada trimestre reproduciremos en nuestro blog algunos post que, por su temática, también pueden ser interesantes para nuestros asociados.
Philip Cagan (1956) analizó siete experiencias hiperinflacionarias en Europa entre 1920 y 1947 para probar la teoría cuantitativa del dinero. El trabajo de Cagan se convirtió en un clásico y proporcionó la definición estándar de hiperinflación: los precios aumentan más del 50% mensual (12.875% anual) y termina cuando cae y se mantiene por debajo de ese umbral durante al menos un año.
Por una parte, la evidencia histórica disponible en la literatura económica sugiere dos hechos estilizados: (1) cuando la tasa de inflación anual de un país excede el 40% durante dos años consecutivos, el riesgo de una “crisis de alta inflación” aumenta extraordinariamente (Bruno y Easterly, 1995); (2) tasas de inflación anuales persistentes superiores al 50% anuales sugieren el inicio de una fase de aceleración que suele terminar en un episodio de hiperinflación (Saboin-García, 2018).
Por otra parte, de acuerdo a las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), que regulan la presentación de balances de las empresas que cotizan en Bolsa en todo el mundo acumular más de 100 puntos porcentuales de inflación en tres años es un indicador para que las compañías radicadas en esos países ajusten sus estados contables a los parámetros que reflejan semejante distorsión de precios. Hay dos organismos en el mundo que definen la cuestión en base a un conjunto de criterios, entre los cuales el superar los 100 puntos porcentuales de inflación en 36 meses es uno de los más relevantes: el Financial Accounting Standards Board (FASB) de Estados Unidos y el International Accounting Standards Board (IASB) con sede en Londres.
Episodios históricos destacables de hiperinflación
En primer lugar, destacar el caso del Imperio Romano. Durante 270 años los dirigentes de la antigua Roma estuvieron «hiperinflando» sus monedas. El mecanismo era la fundación de las monedas de plata y refundirlas posteriormente con metales comunes. Conservaban la plata sobrante, incautándola, y obligaban a la aceptación de las nuevas monedas con un valor artificial.
Como muestra el siguiente gráfico, los romanos degradaron con frecuencia y durante siglos la principal moneda romana, el denario (véase Pense (1992)).
En segundo lugar, un caso destacado de estudio es el periodo de la hiperinflación alemana de la República de Weimar.
El marco respaldado por oro había sido la moneda oficial de Alemania desde su unificación en 1871. Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial en 1914, el gobierno alemán retiró el marco vinculado al oro para incurrir en enormes déficits públicos durante la guerra. La deuda pública total pasó de 5.000 millones de marcos en 1914 a 105.000 millones en 1918, al final de la guerra. Una gran fracción de esta deuda fue financiada por el banco bentral alemán de la época, el Reichsbank. Como consecuencia de ello, la oferta monetaria (la cantidad de dinero en circulación) aumentó de 6.000 millones de marcos a 33.000 millones de marcos en tan sólo cuatro años. Esto provocó una inflación del 115% durante el conjunto del período, ya que el marco redujo su valor seis veces frente al dólar estadounidense, que todavía estaba respaldado por oro. Pero lo pero estaba por llegar.
La guerra había acabado con casi la mitad de la producción industrial de Alemania y los aliados victoriosos hicieron que Alemania pagara 132.000 millones de marcos en reparaciones de guerra, equivalente a 90 billones de dólares actuales.
Con el objetivo de reconstruir la maltrecha economía alemana, a partir de mayo de 1923, el Reichsbank comenzó a imprimir marcos para financiar el déficit público, y en un sólo mes la cantidad de moneda física se duplicó, lo que generó el aumento de los precios que el Reichsbank siguió compensando con emisiones cada vez mayores. Pasados los tres meses, la oferta monetaria se multiplicó por 80, de 8.000 millones de marcos en mayo a 670.000 millones en agosto. Y tres meses más tarde alcanzó los 400 trillones, es decir, 400 millones de billones.
Paralelamente, los precios y la tasa de inflación continuaron creciendo. Por ejemplo, un trozo de pan costaba al final de la guerra 200.000 millones de marcos, aproximadamente el doble de la deuda nacional, mientras que un dólar se cambiaba por 4,2 billones de marcos. La hiperinflación sólo terminó cuando el banco central se vio obligado a dejar de emitir dinero nuevo para financiar los déficits públicos. La hiperinflación alcanzó su máximo en noviembre de 1923 (véase siguiente gráfico) pero fue parada al introducir una nueva moneda: el Rentenmark, que entró en circulación el 15 de noviembre de 1923.
Source: https://fgeerolf.com/data/gfd/
El caso especial de Argentina: tango, fútbol e hiperinflación
Desde 1945, Argentina ha experimentado una de las tasas de inflación más altas del mundo. Excepto durante el período 1991-2001, los sucesivos gobiernos no han podido estabilizar la moneda de manera sostenible. Los episodios de inflación e hiperinflación extremas no sólo están asociados con una mala gestión fiscal y monetaria sino también con la inestabilidad política.
Tal y como muestra el gráfico adjunto, Argentina experimentó cuatro episodios hiperinflacionarios en 1975-1976 (+444,0%), 1984-1985 +672,2%), 1988-1989 (+3.079,5%) y 1990-1991 (+2.314,0%), y sólo unos breves periodos de estabilidad de precios en 1976, 1985, 1989 y 1990. Desde marzo de 1991 se inició una fase de desinflación que extendió hasta finales de 2018. Desde entonces, Argentina entró otra vez en una nueva fase de aceleración de los precios.
Fuente: BIS Statistics Explorer
Estos episodios parecen haber sido parte de un ciclo de hiperinflación a largo plazo que comenzó en 1945 y finalizó en 1991. En términos estadísticos durante los últimos 210 años, la economía argentina presenta una tasa de inflación regularmente elevada, con un máximo histórico del 3.079,5% en 1989.
Recientemente han vuelto ha saltar las alarmas. En octubre de 2023 la tasa de inflación de Argentina alcanzó el 140 % anual (un 8,3% mensual), su nivel más alto desde 1991. El déficit fiscal es más del 4 % del PIB y la ratio deuda/PIB ha alcanzado el 80 %. Además el banco central de Argentina tiene sólo 21.000 millones de dólares en reservas internacionales, la cifra más baja desde 2006.
El país también está luchando por salvar un acuerdo de 44.000 millones de dólares con FMI y se enfrenta a un pago de 16.000 millones de dólares tras un fallo judicial estadounidense relacionado con la nacionalización de la empresa energética YPF hace una década.
La intensidad de los episodios hiperinflacionarios de Argentina estuvo estrechamente correlacionada con la magnitud de los desequilibrios estructurales generados por las políticas populistas aplicadas intermitentemente durante este período. La relación entre el gasto público y el PIB parece ser un buen indicador para medir esos desequilibrios. Cada vez que esta ratio superó el 30%, la economía argentina entró en un nuevo ciclo de alta inflación.
¿Cuáles han sido las causas de esta enfermedad?
Por un lado, las políticas económicas peronistas destruyeron el mercado de capitales interno. Por otro lado, con la excepción del Gobierno de Menem (8 de julio de 1989-10 de diciembre de 1999) los gobiernos peronistas no han podido financiar los déficits públicos en los mercados financieros internacionales. De ello se deduce que cuando el gasto público supera un cierto umbral, las únicas fuentes de financiación disponibles para un gobierno populista son la monetización y la confiscación (de los ahorros internos y de los ingresos de los exportadores). Esta combinación de políticas condujo inevitablemente a la fuga de dinero, la fuga de capitales y el estancamiento.
La amplia victoria de Javier Milei como presidente de Argentina, refleja el rechazo de los votantes a las políticas económicas fallidas del pasado peronista del país. Pero es extremadamente improbable que Milei encuentre una salida fácil al historial crónico de hiperinflación, incumplimientos de deuda, recesiones y desempleo de Argentina.
Finalmente, Argentina está pudiendo cumpliendo con los pagos del préstamo del FMI con el rescate financiero de China, a través de acuerdos de swap de divisas entre el Banco Central de la República Argentina y el Banco del Pueblo de China. Esta «generosidad» está vinculada a los intereses estratégicos chinos sobre las valiosas reservas de litio de Argentina. Recordemos que el litio es uno de los minerales estratégicos en la transición energética.
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Cagan, P. (1956) “The Monetary Dynamics of Hyperinflation”, pp. 25-117, in Friedman, M. (Ed.), Studies in the Quantity Theory of Money. Chicago: University of Chicago Press.
Bruno, M. and Easterly, W. (1995) “Inflation Crises and Long Term Growth”, NBER Working Paper No.5209 (August).
Bruno, M. and Easterly, W. (1995) “Inflation Crises and Long Term Growth”, NBER Working Paper No.5209 (August).
Alan W. Pense, A.W. (1992) «The decline and fall of the roman denarius», Materials Characterization, Volume 29, Issue 2,Pages 213-222,