En octubre de 2019, la Administración Trump impuso un arancel adicional del 25% a un gran número de productos de la Unión Europea (UE). Estos aranceles respondían a la sentencia de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de mayo 2018 que daba la razón a Estados Unidos sobre las ayudas ilegales que la UE otorgaba a la empresa Airbus. Mientras la UE no eliminase estas ayudas, Estados Unidos estaba autorizado a penalizar a la UE mediante aranceles. Los aranceles se mantuvieron hasta marzo de 2021, momento en el cual la Administración Biden llegó a un acuerdo con la UE para suspender los aranceles por un periodo de, al menos, cinco años.

En el caso de España, 64 productos se vieron afectados por el arancel adicional del 25%. Entre ellos, los más destacados por su peso en las exportaciones españolas a los Estados Unidos eran el aceite de oliva, el vino, el queso, y las aceitunas. Un arancel adicional del 25% aumentaba notablemente el precio de los productos españoles en los EE.UU., haciendo peligrar las ventas de las más de mil empresas españolas que exportaban estos productos al país norteamericano. Además, Estados Unidos representaba, como media, un tercio de las exportaciones totales de las empresas afectadas por el arancel.

En un trabajo, que he publicado recientemente, analizo cuál fue el impacto de esta guerra comercial sobre las empresas españolas afectadas por el arancel. Sorprendentemente, el análisis empírico concluye que las exportaciones a los Estados Unidos de las empresas afectadas por el arancel no empeoraron con relación a las exportaciones de otras empresas españolas a Estados Unidos cuyos productos no se habían visto afectados por el arancel.

¿Cómo pudieron los exportadores españoles neutralizar el efecto de los aranceles? Las empresas españolas utilizaron, principalmente, dos estrategias. La primera, utilizada por muchos exportadores de aceite de oliva, fue sustituir el aceite español por aceite producido en otros países. En concreto, las empresas españolas importaron a granel aceite de oliva de Portugal y Túnez, países a los cuales Estados Unidos no impuso un arancel adicional, embotellaron este aceite en España y lo exportaron a Estados Unidos. Debido a que el aceite de oliva provenía de países no afectados por el arancel, y el embotellado no suponía una alteración sustancial del producto, los exportadores españoles no tenían que pagar un arancel adicional al cruzar la frontera de Estados Unidos.

La segunda estrategia, utilizada por los exportadores de vino y queso, fue aprovechar algunos “agujeros” en los productos afectados por el arancel. En el caso del vino, Estados Unidos impuso un arancel sobre los vinos con un contenido alcohólico de 14 grados o menos. En cambio, no se impuso ningún arancel adicional sobre los vinos de más de 14 grados. La graduación alcohólica del vino tinto, el vino más exportado por España a Estados Unidos, suele rondar entre los 13 y 15 grados. Como era de esperar, las exportaciones de vino de 14 grados o menos se redujeron notablemente durante el periodo en el que los aranceles estuvieron en vigor. En cambio, aumentaron las exportaciones de vino de más de 14 grados.

En el caso del queso, la variedad más exportada por España a Estados Unidos es la de queso de oveja. Curiosamente, una variedad de queso de oveja sí fue afectada por el arancel, mientras que otra, muy similar a la primera, no fue afectada. Como era de esperar, la caída de las exportaciones de la variedad de queso de oveja afectada por el arancel se compensó por el crecimiento de las exportaciones de la variedad no afectada por el arancel.

Este caso pone de manifiesto que las empresas tienen una gran capacidad de reaccionar, y en un plazo muy corto, a los cambios que se producen en las políticas comerciales de los países a los que exportan. Esta agilidad y capacidad de adaptación de las empresas es muy importante para asegurar la resiliencia de las exportaciones españolas ante un entorno más hostil al comercio internacional.

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