El modelo de producción agraria dominante en el mundo ha dado lugar a un sistema intensivo que, con el empleo masivo de todo tipo de insumos, tiene entre sus objetivos maximizar los rendimientos por unidad de superficie. Frente al mismo, se va abriendo una alternativa –la agricultura ecológica– que propicia prácticas con un alto grado de biodiversidad, vela por la preservación de los recursos naturales y emplea inputs orgánicos en vez de pesticidas químicos, fertilizantes de síntesis, antibióticos y todo tipo de aditivos, que no sólo son perjudiciales para el medio ambiente, sino también para la salud pública. Aclaremos que cuando hablamos de agricultura ecológica nos referimos a la actividad desarrollada por explotaciones que han sido inscritas en un registro público y cuyas prácticas productivas son controladas y certificadas por las autoridades competentes. El examen se restringirá a las producciones vegetales, al no proporcionar información la fuente citada en el gráfico sobre las animales.

En los últimos tres lustros, la superficie agraria ecológica certificada (SAEC) mundial se ha cuadriplicado, al pasar de 11,0 a 43,7 millones de Has entre 1999 y 2014. Todavía sigue siendo marginal, puesto que en 2014 tan sólo suponía el 1,0% de la superficie agraria utilizada (SAU). Pero el mercado mundial de alimentos ecológicos progresa a un fuerte ritmo, con un crecimiento medio anual acumulado del 11,7% en euros corrientes a lo largo del periodo citado. En 2014, las ventas de alimentos ecológicos certificados –frescos y transformados– alcanzaron una cifra de 80.000 millones de €, concentrándose de forma prácticamente exclusiva en los países desarrollados. En números redondos, la cuota de USA se eleva a un tercio y la de la UE al 30%, absorbiendo conjuntamente Alemania y Francia la mitad de las ventas en el mercado interior europeo. La media mundial del consumo por habitante de alimentos ecológicos se situó en la modesta cifra de 11 € en 2014. Suiza lidera la clasificación con 221 €, seguida por Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Liechtenstein, Austria, Alemania, USA, Canadá y Francia. España ocupa la duodécima posición en cuanto al volumen de ventas, con una participación del 1,25% en el total mundial, descendiendo nueve puestos más en lo que concierne a gasto per cápita: 21 €. En fin, la conexión entre renta por habitante y gasto per cápita en alimentos y bebidas ecológicas es obvia. Baste señalar que, en UE-28, el coeficiente de correlación lineal entre el PIB per cápita y el gasto por habitante en alimentos ecológicos se elevó a 0,73 en 2014.

No ocurre lo mismo por el lado de la oferta, donde España desempeña un papel mucho más destacado. Al no existir datos sobre producción, sólo podemos dar cuenta de la misma mediante la SAEC. Pues bien, en 2014, España encabezó con 1,7 millones de Has, la clasificación en UE-28, seguida a cierta distancia de Italia, con una superficie de 1,4 millones. Es más, en ese mismo año, España era el quinto país del mundo con mayor SAEC, por detrás de Australia, Argentina, USA y China, que tienen una superficie agraria total muy superior. El componente ecológico de la SAU española se cifró en un 6,9%, levemente por encima del 5,7% de UE-28, promedio que Italia (10,8%) está cerca de doblar. En USA y China tal fracción ronda el 0,5%.

Ciñéndonos a los aprovechamientos que figuran en el gráfico, en dos cultivos permanentes de honda tradición –olivar y viñedo–, nuestro sector agrario ocupa la primera posición a nivel mundial, la segunda en legumbres secas, la quinta en cítricos y la sexta en hortalizas. No obstante, dejemos constancia de que el grado de diversificación de la SAEC española es sensiblemente inferior a la italiana, lo que puede ser ilustrado mediante el siguiente dato: la extensión conjunta destinada a los cultivos orgánicos de cítricos, hortalizas y frutales de clima templado en Italia más que triplica a la del sector agrario español.

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Italia es el primer exportador mundial de alimentos ecológicos: 1.260 millones de € en 2014. España se sitúa en la cuarta posición (725 millones), por detrás de Holanda y USA. La mayor parte de nuestras ventas al exterior son materias primas que se transforman –o simplemente se envasan– por empresas foráneas. Así, no es de extrañar que, por Ha de SAEC, las exportaciones españolas se limiten a 425 €, mientras que en Italia ascienden a algo más del doble, elevándose a la astronómica cifra de 16.000 € en Holanda, lo que no es más que un fiel reflejo de la función de intermediación que también en este terreno ejerce el país neerlandés en el comercio internacional. Pese a esa importante carencia, el Ministerio de Agricultura estima que el superávit español en el comercio exterior de alimentos y bebidas ecológicos se elevó a 360 millones de € en 2014, lo que supuso un tasa de cobertura del 200%. Todas las previsiones apuntan a un fuerte crecimiento del mercado mundial, incluido el doméstico, en los próximos años. La oferta interior, apoyada por la subvenciones de la PAC y espoleada por la demanda exterior, ha sido capaz de ocupar un aventajado puesto en este nicho creciente del comercio internacional. Es razonable pensar que lo seguirá ejercitando y es de esperar que, por el esfuerzo combinado de los agentes privados y de los gestores públicos, se alcance un mayor grado de diversificación y de transformación de la producción agraria de alimentos y bebidas ecológicos.

José Colino Sueiras es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia

3 Comentarios

  1. Destaco dos puntos dentro de este artículo que me han llamado bastante la atención: el primero es que España no sea el primero en cuanto a exportación de alimentos ecológicos, siempre he pensado que ibamos a la cabeza tanto en los eco como en los menos eco friendly: una sorpresa la que me he llevado al ver que estamos en cuarta posición, algo muy mejorable bajo mi punto de vista.

    Otro punto interesante es que cada día que voy al mercado veo que los productos eco valen casi el doble que los normales y teniendo en cuenta que estamos en una época en la que el dinero no sobra precisamente me parece normal que no se venda tanto y que por tanto el área cultivada para productos eco no pase del 1%…

    Personalmente consumo algunos productos ecológicos y otros no, depende de la economía de mi familia ¿Crees que hay alguna forma de abaratar costes?

    Muchas gracias por el artículo, un saludo

  2. Por supuesto que se puede abaratar el coste para el consumidor. Uno de los modos de hacerlo es organizar grupos de consumo para realizar pedidos directamente a los productores. Participo en una experiencia de este tipo en el sur de Francia que está dando muy buenos resultados a los productores y a los consumidores. Al consumidor se le garantiza un estabilidad de precios y una calidad del producto muy superior a lo que ofrece el mercado convencional y esto se consigue gracias a la colaboración entre productores y consumidores. Como casi siempre, en los mercados de productos agrícolas la red de intermediarios encarece bastante el producto hasta llegar al consumidor, aún siendo bastante eficientes en muchos aspectos por tratarse de mercados muy maduros. Ahí están los datos de exportación de Holanda por Ha. de SAEC. Este pequeño país, por muchas razones históricas y económicas, es el gran intermediario en Europa de productos agrícolas.

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