Uno de los debates clásicos, y de los que genera más polémica, en educación es si las clases con alumnos del mismo sexo conducen a mejores rendimientos académicos que las clases en las que se mezclan chicos y chicas. Los primeros estudios empíricos que analizaron esta cuestión concluían mayoritariamente que los alumnos de clases del mismo sexo obtenían mejores resultados académicos que los alumnos de clases mezcladas. La explicación de esta asociación positiva es que los chicos y las chicas aprenden de forma diferente y, por tanto, si los métodos de enseñanza se adecúan mejor a las características de cada grupo, los resultados serán mejores. Sin embargo, como explicaba muy bien el profesor Antonio Cabrales en un post en el blog Nada es Gratis, gran parte de estos resultados positivos se debían a un efecto de autoselección. Los alumnos con padres más motivados por la educación y con una educación, y recursos económicos, superiores a la media tienen una mayor probabilidad de elegir colegios con clases del mismo sexo para sus hijos. Esto genera una correlación positiva artificial entre los resultados académicos y estudiar en clases con alumnos del mismo sexo. Sin embargo, si se controlan estos factores, la ventaja de estudiar en una clase con alumnos del mismo sexo sería muy pequeña o nula. Un reciente meta-estudio, realizado por Pahlke, Hyde y Allison, avala esta conclusión.

Sin embargo, un estudio que se publicará próximamente en el American Economic Journal: Applied Economics, realizado por el profesor Andrew Hill, ha analizado esta cuestión desde otro prisma. El profesor Hill no analiza si en las clases hay muchos o pocos alumnos del sexo opuesto, sino si el tener amigos del sexo opuesto en la misma clase tiene efectos sobre el rendimiento académico de los alumnos. Es decir, si los chicos que tienen un menor número de amigas en su clase tienen un mejor rendimiento académico que los chicos que tienen un mayor número de amigas en su clase. El estudio empírico está cuidadosamente diseñado para salvar los posibles problemas de auto-selección y captar, lo más claramente posible, la relación entre tener una mayor proporción de amigos del sexo opuesto en clase y los rendimientos académicos. La muestra está compuesta por adolescentes entre los 12 y 18 años que asisten al colegio en Estados Unidos. El estudio concluye que los alumnos con una mayor proporción de amigos del sexo opuesto en clase, una vez que se han controlado el resto de factores, tienen un peor rendimiento académico que los alumnos que tienen una menor proporción de amigos del sexo opuesto en clase. El estudio concluye también que el efecto es muy parecido para las chicas y para los chicos.

¿Por qué se produce esta relación negativa? El autor ofrece dos explicaciones. Por una parte, para mantener viva la amistad es importante interactuar con tus amigos. Parte de esta interacción se da fuera de la escuela. Para los adolescentes parte de las actividades que se realizan fuera de la escuela tienen que ver con el deporte, y en las actividades deportivas, la mayoría de las ocasiones, los chicos y las chicas forman grupos separados. Si un alumno tiene amigos del mismo sexo y ellos también realizan actividades deportivas en el mismo equipo, tiene más probabilidades de interactuar con sus amigos fuera de la escuela. Por ello, durante las horas de clase, tendrán una menor necesidad de estar hablando con sus amigos. En cambio, los amigos del sexo opuesto tienen menos oportunidades de interactuar fuera de clase y, por tanto, tienen que recurrir a las horas de clase para hablar. El hablar en clase hace que pierdan atención a lo expuesto por el profesor y que su relación con el profesor sea peor, ya que es más probable que les llame la atención. De hecho, el profesor Hill encuentra una relación positiva entre tener amigos en clase del sexo opuesto y que los alumnos señalen que tienen problemas de seguir la clase o que tienen problemas con el profesor. La segunda explicación es que el tener amigos en clase del sexo opuesto aumenta la probabilidad de tener una relación sentimental, lo cual también podría estar correlacionado con una menor atención en clase, y con una menor dedicación al estudio fuera de clase.

Me imagino que los resultados de este estudio se utilizarán como munición para aquellos que defienden las clases con alumnos del mismo sexo. Si las clases son con alumnos del mismo sexo, ya no puede existir el efecto negativo sobre el rendimiento de tener amigos del sexo opuesto en clase. Sin embargo, como se ha recordado muchas veces, además del rendimiento académico se deben ponderar otros factores para decidir sobre la bondad de la mezcla de sexos en clase. Tener alumnos de diferentes sexos en el aula permite que los chicos y las chicas aprendan a socializar, a trabajar juntos, y apliquen esas enseñanzas ya como adultos en las empresas, en la familia, y en la sociedad en su conjunto.

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