Junto al número de la Revista Cuadernos Económicos de ICE dedicado a «Comercio internacional, empresa y competitividad», que ha presentado hoy José Carlos Fariñas en este blog, acaba de aparecer otro, preparado por el anterior consejo de redacción de la Revista Economistas, que dirigía Emilio Ontiveros (http://www.colegioeconomistasmadrid.com/ceMadrid/comun/default.asp). Lleva por título «Competitividad exterior de la economía española» y reune los trabajos de 24 especialistas. Está ordenado en tres partes temáticas y una cuarta que recoge la visión de los empresarios. La primera parte trata de definir y  precisar conceptos e indicadores, utilizándolos al mismo tiempo para ofrecer una valoración de la competitividad agregada de la economía española en el marco de la UEM. La segunda, describe las características del patrón exportador, su estructura según productos y empresas, prestando atención al papel de la calidad; la tercera, estudia la inversión española en el exterior en sus diferentes vertientes, incluida la de rentabilidad, clave para valorar su solidez competitiva. La cuarta, en fin, como ya se ha señalado, recoge las posiciones de dos empresarios del ámbito de las telecomunicaciones.

Creo que el número ofrece una visión bastante completa del tema en cuestión, que ha cobrado creciente actualidad, de una parte, como respuesta a la preocupación por las deficiencias de nuestro modelo productivo, y de otra,  como consecuencia del buen comportamiento reciente de las exportaciones españolas, que ha sorprendido a quienes creen que las debilidades competitivas del patrón productivo- que tienen su reflejo en el deficit exterior y en el lento aumento de la productividad hasta 2007-superan a las fortalezas. De ahí que el número preste especial atención a conceptos e indicadores, buscando esclarecer la aparente paradoja entre las evoluciones de la productividad y la competitividad, dos variables que no se relacionan de forma tan inmediata como los modelos agregados suponen. De ahí también que se aúnen las visiones del comercio y de la inversión exterior.

En el editorial del número, se  valora de forma sintética la situación competitiva de la economía española de la siguiente manera:

«El patrón exportador español ha mostrado su solidez competitiva,  apoyada en la calidad y diversificación de sus productos y mercados,  en una mayor y mejor inserción de la industria en las cadenas y redes de producción internacionales  y  en otros factores de índole microeconómica y empresarial que difícilmente pueden reflejarse en un único indicador agregado de costes o precios. También ha mostrado una gran firmeza el patrón de inversiones en el exterior, con el sostenimiento de los volúmenes alcanzados en 2007, ya muy elevados,  una diversificación territorial creciente y el logro de una apreciable rentabilidad, que ha permitido compensar parcialmente los números rojos registrados en las actividades realizadas dentro de la nación.

No quiere decir esto que no pueda y deba aumentarse la competitividad de las producciones españolas en los mercados internacionales. Puede hacerse con medidas dirigidas a moderar el aumento en los salarios, y sobre todo, tendentes a incrementar la capacidad de innovación y la productividad de las empresas. Sin duda, hay espacio para ello, porque España posee aún un nivel de exportaciones de bienes sobre el PIB algo más bajo que el de las grandes economías de la UE, y ha experimentado una expansión reciente de algunos servicios no turísticos con vocación exportadora. Y desde luego, debe hacerse con urgencia porque la desaceleración del crecimiento en el área euro reduce la demanda de nuestros productos, dificultando aún más la salida de la crisis.

Pero el aumento de las exportaciones españolas no depende sólo del incremento en la eficiencia en la producción, que debe garantizar menores precios y mejores calidades. También depende de una acertada elección de mercados de destino y de una mayor orientación hacia el exterior de la ingente cantidad de empresas de pequeña dimensión que integra el tejido productivo español. Y no sólo en el ámbito de los bienes. También en el de los servicios, aunque en éste, como ya se ha señalado, queda también recorrido para las empresas que se han hecho grandes en la reciente etapa de expansión.

Existe así mismo un amplio espacio para el crecimiento de nuestras inversiones en el exterior, muy concentradas aún en las grandes empresas de sectores clave de servicios. Es un camino necesario para adquirir dimensión, experiencia e incentivos para la mejora en la calidad y características de los productos, así como para reducir costes de producción y hacer más independiente la facturación de la evolución del mercado interior».

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