Rogelio Velasco, profesor de análisis económico de la Universidad de Granada y de la IE Business School se encuentra realizando una estancia en la Universidad de Nueva York, a la que pertenece Thomas Sargent, uno de los dos galardonados con el Premio Nobel de Economía de 2011.  Nos envía esta entrada a propósito de los premiados.

«Se puede engañar a alguna gente todo el tiempo; se puede incluso engañar a toda la gente durante algún tiempo. Pero lo que no es posible es engañar a toda la gente todo el tiempo». Esta frase de Abraham Lincoln, resume buena parte de las razones de la investigación llevada a cabo por Thomas Sargent, de la Universidad de Nueva York, y Christopher Sims, de Princeton.

Aunque iniciada por Muth y desarrollada más tarde por Lucas, Sargent y Sims han avanzado en la introducción de las expectativas de los agentes en los modelos macroeconómicos, logrando una mejor comprensión de las relaciones causa-efecto de las políticas económicas.

¿Cómo afectan al crecimiento del PIB y a la tasa de inflación una subida de tipos de interés o una reducción del gasto público? ¿Que sucede si el banco central modifica su objetivo de inflación o de déficit público? El Nobel de este año premia a las técnicas que permiten analizar las relaciones entre la política económica y variables como la inflación, el desempleo o el déficit publico.

Esas relaciones normalmente son bidireccionales: la política económica afecta a la economía, pero la economía también afecta a la política económica. Y las expectativas acerca del futuro juegan un papel fundamental en esas interrelaciones. Las expectativas del sector privado -empresas y familias- sobre el futuro de la actividad económica y sobre las políticas, afectan a las decisiones sobre los salarios, el ahorro o la inversión. Simultáneamente, las decisiones de política económica se ven afectadas por las expectativas de los agentes.

Los trabajos de los dos premiados, hacen posible establecer las relaciones causa-efecto de las variables señaladas y de otras muchas, y averiguar el papel que las expectativas juegan, permitiendo conocer tanto los efectos de cambios no esperados en la política como de las consecuencias que generan modificaciones permanentes.

Ambos investigadores no se han encerrado en la torre de marfil académica. Han bajado al terreno de la investigación aplicada para arrojar luz sobre problemas concretos. Sargent investigando, por ejemplo, las consecuencias del cambio de la tolerancia de las políticas monetarias hacia la inflación desde la II Guerra Mundial. Y Sims calculando los efectos de una elevación de los tipos de interés sobre la inflación y el crecimiento.

Sargent y Sims creen que, en un mundo globalizado, incierto y sometido a un cambio acelerado, nuestras ideas acerca de cómo van a comportarse otras personas y las instituciones -gobiernos, bancos, etc- juegan un papel fundamental para explicar nuestro propio comportamiento.

La introducción de expectativas en los modelos macroeconómicos ha creado una herramienta de gran utilidad, que permiten analizar con mayor precisión el comportamiento dinámico de nuestras economías. La enorme complejidad de lo que se modeliza -el comportamiento de toda una economía- hacen imposible establecer unas relaciones causa-efecto absolutamente precisas y estables. Pero la Economía, como la Medicina cuando se enfrenta a una enfermedad nueva o compleja, realiza aproximaciones sucesivas que permiten conocer mejor las causas, los efectos y los instrumentos para curar. No es casualidad que Paul Samuelson leyera durante su vida el New England Journal of Medicine, para detectar paralelismos entre ambos campos de conocimiento.

Casualidades de la vida han provocado que me encuentre trabajando en un despacho en la Universidad de Nueva York a escasos metros de Tom Sargent. Esta misma tarde (17,00 EST del día 12) se le ha dado un homenaje en el departamento de Economía, aunque ahora imparte docencia en Princeton por encontrarse en periodo sabático.

En un breve discurso, ha destacado dos temas. En primer lugar, que se encontraba orgulloso de que premiaran al enfoque y metodología de investigación económica que él representa, especialmente en esta época en que está siendo criticada, sobre todo por los periodistas que –afirmó- no comprenden cómo trabajamos los economistas.

Y en segundo lugar, destacó el papel crucial de la teoría. Sin teoría, los datos no nos dicen nada cuando se trata de analizar fenómenos complejos, como es el análisis macroeconómico.

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