Ha pasado año y medio desde la entrada de mi Blog personal donde nos ocupábamos de la relación entre la efectividad de los paquetes de impulsos fiscales y el tamaño del multiplicador fiscal de gasto público y el debate académico continua. Pero ahora el debate se desarrolla en otro terreno. La discusión se centra en los efectos sobre el output y el empleo – no de los estímulos- sino de los severos ajustes fiscales introducidos en algunos países de la zona del euro y en los EE.UU.
Resulta evidente que la utilización de políticas fiscales expansivas de carácter discrecional jugaron al inicio de la crisis económica de 2008 un papel importante en la respuesta de la política económica de los países de la OCDE ante la caída de la demanda y la producción agregada. De hecho, la mayoría de los países avanzados introdujeron en los años posteriores medidas fiscales discrecionales (estímulos fiscales o paquetes fiscales expansivos) en respuesta a la crisis, aunque estas medidas no constituyeron el principal factor que ha propiciado el alza de los déficit públicos. No obstante, en la mayoría de los países, el alza del stock de la deuda pública en relación al PIB desde el inicio de la crisis económica ha venido determinado en mayor medida por la influencia negativa de los estabilizadores automáticos (el ciclo económico) y por otras medidas discrecionales de política económica ajenas a la recesión económica internacional.
Como nos indican los manuales introductorios de macroeconomía, la efectividad de la política fiscal discrecional para estimular la demanda y el output viene determinada por el valor de los multiplicadores fiscales (de gasto público y de impuestos). En síntesis, los multiplicadores fiscales miden el efecto de las medidas fiscales en actividad agregada, expresando la magnitud en % del aumento final inducido en el PIB, e incluyendo no sólo el primer efecto directo de la medida (multiplicador a corto plazo) sino también los efectos acumulados en el tiempo (multiplicador a largo plazo).
La efectividad de los estímulos fiscales dependen en gran medida del valor final del multiplicador fiscal. El problema es que los resultados en la literatura empírica en relación al tamaño del multiplicador no son concluyentes, por lo que la introducción de los mismos ya fue puesta en entredicho desde el ámbito académico desde el inicio de la crisis económica internacional. Por ejemplo, el catedrático de Economía de Harvard University, Robert Barro, ya expresó su opinión en contra de los primeros paquetes de estimulo fiscales (basados en aumento del gasto público) introducidos en EE.UU. en un artículo aparecido en 2009 en Wall Street Journal. Su opinión se fundamentaba justamente en que en sus trabajos empíricos -entre otros- había estimado que el valor del multiplicador fiscal final del gasto público en EE.UU. en tiempos de paz se acercaba prácticamente a cero. En 2010 -coincidiendo con el primer aniversario del primer paquete de estimulo fiscal de la Administración Obama- Robert Barro publicó otra artículo en el Wall Street Journal en el que evaluaba negativamente los efectos de estas medidas fiscales expansivas. Nuevamente su opinión en contra se basaba en los bajos valores registrados por el multiplicador fiscal keynesiano.
En relación a este tema se ha publicado recientemente un nuevo trabajo académico en el que se trata de medir empíricamente los valores de los multiplicadores fiscales. El trabajo empírico lleva por título «How Big (Small?) are Fiscal Multipliers?» y se publicó en octubre de 2010 por E. Ilzetzki, E. Mendoza y C. Vegh como Documento de Trabajo 16479 del NBER. La novedad de este trabajo es que los autores encuentran que los valores de los multiplicadores fiscales del gasto público dependen de las características particulares de cada economía.
En síntesis, los autores muestran -utilizando una nueva base de datos cuatrimestral de datos macroeconómicos para 44 países- que el valor a largo plazo del multiplicador fiscal del gasto público es más bajo:
- en países con un stock de deuda externa en relación al PIB relativamente alto.
- en países cuya moneda está sujeta a un régimen de tipos de cambio flexible frente a los países cuya moneda está sujeta a un régimen de tipos de cambio fijos.
- en países con una mayor apertura comercial internacional.
También encuentran que el valor del multiplicador fiscal del gasto público es mucho más alto si el paquete de estímulo fiscal está basado en gasto en inversión pública que en gasto en consumo público.
España (y en cierta medida EE.UU.) sería una de las economías que reunirían las tres condiciones descritas para tener un valor acumulado cercano a cero (o incluso negativo para el caso de economías fuertemente endeudadas con el exterior) del multiplicador fiscal de gasto público keynesiano. En este sentido, la utilización de políticas fiscales expansivas de carácter discrecional quedarían en entredicho. No cabe duda que los políticos deberían tener en cuenta estos resultados a la hora de introducir nuevos paquetes de estímulos fiscales en el futuro. Y las dudas serían mayores si los paquetes fiscales expansivos se basan en mayor proporción en un aumento del gasto en consumo público que en gasto en inversión pública.
Pero si en 2009 y 2010 los economistas estábamos debatiendo sobre el valor del multiplicador fiscal y sobre la eficacia de los paquetes de estímulos fiscales introducidos en 2008 y 2009 para contrarrestar los efectos negativos de la crisis económica, el debate en la actualidad ha pasado a otro plano: la introducción de planes de consolidación fiscal en Europa y EE.UU. Ahora se trataría de dilucidar cual es la estructura apropiada de los planes de ajuste fiscal necesarios para detener el rápido crecimiento de la ratio de deuda pública en proporción al PIB y, sobre todo, si este proceso de consolidación fiscal -demandado en parte por los mercados financieros- tendrá o no un impacto negativo temporal sobre el crecimiento del output y del empleo.
De este modo, el debate académico se traslada de los efectos keynesianos (multiplicadores fiscales) a los efectos no keynesianos de la política fiscal, es decir, si las consolidaciones o ajustes fiscales tienen un efecto negativo (efecto keynesiano) o positivo (efecto no keynesiano) a corto plazo sobre el crecimiento económico y el empleo. En esta línea, resulta sugerente los resultados del reciente estudio publicado en el capítulo 3 de la publicación World Economic Outlook del FMI de octubre de 2010. De hecho, la evidencia empírica aportada en este estudio contradice los resultados aportados hasta el momento por el trabajo seminal de Giavazzi y Pagano (1990) y el reciente estudio de Alesina y Ardagna (2010) en los que se apoyaba empíricamente los efectos no keynesianos de los impulsos fiscales de gasto público.
Con más detalle, el estudio del FMI estima que los efectos a corto plazo de las consolidaciones fiscales pueden ser negativos (no aparecerían efectos no keynesianos) si se tiene en cuenta cuatro características específicas de la actual crisis económica internacional: a) que la política monetaria no puede acompañar a la política fiscal restrictiva con bajadas de los tipos de interés (al estar ya muy bajos o cercanos a cero y desde finales de 201o con expectativas inflacionarias en alza); b) que la consolidación fiscal se está introduciendo simultáneamente en muchos países; c) que, por lo tanto, no esta garantizada la recuperación del sector exterior de la economía; y d) que en algunas países hay tipo de cambio fijo (o moneda única entre los países de la zona del euro).
Las conclusiones de este estudio del FMI pueden seguirlas en el siguiente vídeo: