Los desequilibrios de las balanzas por cuenta corriente a nivel internacional se concentran fundamentalmente en los saldos de las balanzas comerciales (exportación e importación de bienes). En el gráfico adjunto (hacer clic para verlo más grande) se puede apreciar como los desequilibrios en las balanzas comerciales apenas se han reducido desde el inicio de la crisis financiera internacional de 2008. [1] ¿Cuáles son las causas del tímido ajuste registrado en los desequilibrios comerciales globales entre 2007 y 2011?

La corrección de lo desequilibrios mundiales en las balanzas comerciales requiere dos tipos de ajustes simétricos entre  los países con superávit y los países con déficit: a) ajustes compensatorios en el ahorro y la inversión nacional (que inciden en su cuantía);  y b) cambios complementarios  de los tipos de cambio reales que faciliten el ajuste de los precios relativos (que afectan a la competitividad exterior).

En primer lugar, para alcanzar una reducción significativa de los desequilibrios de las balanzas comerciales se necesita un reajuste de la demanda mundial. Los países deficitarios deben sustituir la demanda interna (consumo privado y público e inversión nacional) por el aumento de la demanda externa (exportaciones), mientras que los países con superávit deben hacer lo contrario. Desde el punto de vista de la reducción del volumen del desequilibrio comercial, ello implica que los los países con déficit combinen un aumento del ahorro interno con un menor consumo o inversión nacional, y lo contrario deberían hacer las economías con superávit. Desde que comenzó la crisis financiera internacional se han registrado ya importantes ajustes en el desequilibrio ahorro-inversión nacional, tanto en los países con superávit como en los países con déficit.  Pero esta reducción de los desequilibrios globales de las balanzas comerciales es más un fenómeno cíclico (caída o aumento demanda nacional) que estructural (mejora o pérdida competitividad con el exterior). En última instancia, cuando se recupere (o caiga) la demanda nacional y vuelva a caer (o a aumentar) el ahorro nacional, se producirán, sin duda, nuevos aumentos de los déficit (o superávit) de las balanzas comerciales. Por ello es importante incidir en un mayor ajuste de los precios relativos.

En segundo lugar, en cuanto a los precios relativos, una depreciación en términos reales de las monedas de los países con déficit comercial aumentaría su competitividad internacional y contribuiría a alcanzar los cambios deseados en los volúmenes. Del mismo modo, se conseguiría el mismo resultado si los países con superávit comercial impulsan la apreciación en términos reales de sus monedas. Pero para conseguir estos ajustes del tipo de cambio real es necesaria la flexibilidad de los precios y salarios internos y/o de los tipos de cambio nominales, y en este terreno los avances alcanzados desde el inicio de la crisis financiera y económica internacional son todavía escasos.

¿Cuáles son las razones del insuficiente ajuste de los tipos de cambios reales a nivel global? En la realidad, la probabilidad de que un país con un gran déficit o superávit se resista a impulsar los ajustes de los precios relativos o de los tipos de cambio nominales es muy alta ante la perspectiva de tener que asumir en solitario la totalidad de los costes del ajuste.

Por un lado, los países con elevados déficit comerciales intentan evitar las presiones deflacionarias, mientras que los países con elevados superávit hacen lo mismo respecto a las presiones inflacionarias derivadas de la política de ajuste de los precios y salarios internos. En cualquier caso, ni los países deficitarios ni los que registran superávit querrán dar el primer paso al no tener la seguridad de que la otra parte hará sus deberes.

Por otro lado, los países con superávit intentan contener el ritmo de apreciación del tipo de cambio nominal de su moneda. La razón es que un proceso de rápida apreciación nominal haría fracasar su exitosa estrategia de crecimiento económico basada en la demanda externa (exportaciones) y, en última instancia, supondría un aumento brusco del desempleo y una caída de la producción real en el corto plazo.

En última instancia, la única salida segura para la reducción de los desequilibrios comerciales pasa por una coordinación internacional de las políticas macroeconómicas y del ajuste de los tipos de cambio nominales, tarea que ha fracasado en los últimos años.

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[1] Cifras en billones (americanos) de dólares (miles de millones en Europa).

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