El 13 de julio de este año 2015 se cumplirá el treinta aniversario del famoso concierto Live Aid que se celebró conjuntamente en el estadio Wembley de Londres y en el John F. Kennedy Stadium de Filadelfia. Todavía recuerdo a Phil Collins, que después de cantar en Wembley salió corriendo para embarcarse en el Concorde, volar a Filadelfia, y cantar también en el concierto que se estaba celebrando en Estados Unidos.

El concierto Live Aid fue una iniciativa de los músicos Bol Geldof y Midge Ure, a raíz de un reportaje emitido por la BBC en octubre de 1984 sobre una terrible hambruna que se estaba produciendo en Eritrea y Etiopía. Aunque no hay una cifra exacta, los analistas estiman que en esta hambruna murieron alrededor de un millón de personas, cifra que la sitúa entre las peores que ha sufrido la humanidad en su historia reciente. Bob Geldof movilizó a los músicos para recaudar fondos para ayudar a paliar de alguna manera esa situación. La primera iniciativa fue grabar una canción conjunta para recaudar fondos («Do They Know It’s Christmas?«), y la segunda organizar el concierto Live Aid. De hecho, en el trigésimo aniversario se ha grabado una nueva versión de esta canción para recaudar fondos para atajar la epidemia del ébola.

Un estudio realizado por los profesores Dercon y Porter, publicado recientemente en la prestigiosa Journal of Political Economy, muestra que, además de tener un enorme coste en vidas, la hambruna dejó profundas cicatrices entre los que sobrevivieron, y especialmente entre la población de mayor riesgo: los niños menores de 3 años. Para ello, los autores compararon diversos indicadores correspondientes a niños que sufrieron la hambruna con menos de tres años con los de sus hermanos de mayor edad, o los de sus hermanos que nacieron después de la hambruna. Al comparar hermanos con hermanos, los investigadores han sido capaces de eliminar la influencia de factores como las características de la familia, o del lugar de residencia de la misma sobre los efectos de la hambruna, y así identificar de forma más precisa el impacto diferencial que la hambruna pudo tener sobre distintos grupos de edad. Las mediciones se realizaron en 2004, es decir, 20 años después de la hambruna. Los resultados del estudio muestran que los niños que sufrieron la hambruna en una franja de edad entre 1 y 3 años, tienen una estatura 5 centímetros inferior a la de sus hermanos mayores, y a la de sus hermanos que nacieron después de la hambruna. Además, una vez que alcanzan la edad adulta, los niños que sufrieron la hambruna en la franja de edad entre 1 y 3 años tienen unos ingresos anuales inferiores en un 5% al de sus hermanos.

Este estudio muestra que las hambrunas, además de tener un coste enorme en vidas, tiene también consecuencias a largo plazo sobre las personas que la sufren en una edad temprana. Por ello, es muy importante que ante situaciones de riesgo se intervenga de forma rápida y que las primeras atenciones se centren en aquellas franjas de edad con mayores repercusiones a largo plazo.

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