Las evoluciones recientes de las economías de España y Portugal son muy diferentes. Con escaso crecimiento del PIB durante la última década (0,93% anual, frente al 2,3 de España), Portugal ha mantenido un déficit exterior medio del 9% del PIB, sin ajuste alguno en los últimos años (mientras que España alcanzaba el 10% en el final de la etapa expansiva, 2007, para reducirlo al 4% en 2010). El gráfico 1 (haciendo clic sobre él se ve ampliado) muestra los ratios entre España y Portugal en volumen de exportaciones y en déficit en el comercio de bienes, utilizando datos trimestrales de la OMC. Puede observarse la estabilidad del ratio de exportaciones (cinco veces superior en España, en correspondencia con la diferencia en PIB) y la reducción relativa del déficit español en los tres últimos años, hasta algo más del doble que el portugués.El país vecino tiene pues pendiente una notable elevación en sus exportaciones de bienes. El cambio en la estructura productiva que ha tenido lugar en los últimos años a favor de actividades más intensivas en tecnología (las TIC y las de intensidad tecnológica medio-baja: metales, caucho y plásticos, otros productos de minerales no metálicos y otro material de transporte) ha ido acompañado de algunos problemas de competitividad en el grueso de la base industrial, de índole tradicional (intensidad tecnológica baja: alimentos, textiles y madera, papel y artes gráficas), cuyas exportaciones no han conseguido aumentar al ritmo de la demanda mundial, como ilustra el gráfico 2. Siendo pues adecuada la apuesta por las actividades de nivel tecnológico medio, el segmento de mayor expansión en los mercados internacionales, su desarrollo debe de acompañarse de una reestructuración de la industria tradicional, que se encuentra sometida a una fuerte competencia de las economías emergentes, sobre todo en el importante sector de textil, cuero y calzado.De hecho, como consecuencia de las dificultades mencionadas, Portugal parece haber reducido su nivel de especialización en actividades industriales dentro de la UE y ha sido de los países con una disminución más acentuada del peso de la industria en su PIB entre 1995 y 2006, como muestra un reciente informe de la Comisión Europea (EU Industrial Structure, 2009. Performance and Competitiveness)(http://ec.europa.eu/enterprise/newsroom/cf/itemshortdetail.cfm?item_id=3934).
Portugal se enfrenta pues a problemas importantes de estructura productiva y de competitividad que limitan su crecimiento, aumentan su deuda exterior, reducen la solvencia y la liquidez de sus bancos e incrementan la deuda del sector público.
La situación española es muy diferente, con una estructura productiva bastante más sólida y competitiva, más ajustada a la demanda mundial, y con los problemas centrados en el excesivo endeudamiento de familias, empresas e instituciones financieras. El proceso de desapalancamiento pendiente es de gran envergadura y limita el crédito a las empresas, haciendo muy lenta la recuperación, así como muy dependiente del crédito exterior. Pero España ha avanzado notablemente en reformas fundamentales para hacer frente a estos problemas, aunque haya faltado consenso entre los diferentes grupos políticos y agentes sociales a la hora de abordarlas y capacidad para convencer a la población de su necesidad y urgencia, y haya aún reformas importantes que deben ser abordadas.