La expropiación del 51% del capital de YPF en manos de REPSOL por parte del gobierno de Argentina es un atentado de considerable magnitud contra una de las grandes empresas españolas, de brillante trayectoria internacional, y posee el agravante de producirse en un momento de especial debilidad de nuestra economía. Esta acción, ejecutada con una rancia escenografía, afecta de forma importante a los activos de la compañía, y a sus beneficios netos, que se verán mermados en torno a un 20%.
Sin embargo, este acontecimiento se enmarca en una pauta de contracción de las actividades de España en ese país latinoamericano que no resulta de fácil comprensión a partir de la evolución de ambas economías.
En efecto, de 2000 a 2010, la cuota de España en las importaciones argentinas se redujo del 3,6% al 1,8%. El descenso fue general a los diversos sectores, con las excepciones de madera y otro equipo de transporte. Adquirió un gran relieve en aquellas actividades con mayor penetración, y que concentraban el grueso de las exportaciones: automóviles, maquinaria industrial, maquinaria eléctrica, productos farmacéuticos y alimentos. En todas ellas, España es altamente competitiva y ha aumentado su presencia en el mercado mundial de forma sensible.
No obstante, este descenso en las cuotas se produjo en los primeros años de la década, de gran turbulencia económica y social. A partir de 2005, y más firmemente desde 2007, las exportaciones españolas han crecido al mismo ritmo que el total de las importaciones de Argentina, si se exceptúa 2010. De manera que puede decirse que en los últimos años, España parece haber dado algunos pasos para recuperar posiciones comerciales en ese país.
En el ámbito de la inversión exterior, Argentina, junto con Bolivia, es el país en el que España alcanzaba antes de la crisis una cuota de penetración más alta en el stock total de IED (en torno al 18%), aunque el volumen de capital acumulado fuese ya inferior al que poseía en México o Brasil. Esta inversión corresponde principalmente a empresas encuadradas en los sectores extractivos y de refino de petróleo, telecomunicaciones, banca, química, comercio y equipo de transporte, que sumaban una inversión total de 11.095 millones de euros a finales de 2007.
Pero al contrario que en Méjico o Brasil, en donde el volumen de inversión española se duplicó entre 2003 y 2007, partiendo de valores similares (algo superiores en el caso de Brasil), apenas aumentó en Argentina. Los años 2008 y 2009 registraron nuevos descensos, sobre todo como consecuencia de la venta de una parte de YPF (25,46%) a Ernesto Eskenazi.
En los dos últimos años sólo Argentina, entre los países latinoamericanos, muestra retrocesos apreciables en la IED española, casi del 20% (ver gráfico adjunto, tomado de un artículo acerca de la inversión exterior de España durante la crisis, escrito junto a Carlos Manuel Fernández-Otheo para la revista Mediterráneo Económico, de próxima aparición).
Con toda probabilidad, lo ocurrido con YFP detendrá lo que podía haber sido una dinámica de redirección de los flujos de mercancías y capitales de las empresas españolas hacia Argentina, acorde con la recuperación económica que ha venido experimentando este país hasta ahora – los últimos indicadores cuestionan su continuidad- y con claro perjuicio para ambas economías. Esto hace aún más lamentable lo ocurrido.