Ha llegado la hora de la verdad, como si se tratara de “las cinco en punto de la tarde” del memorable poema de Lorca. La credibilidad exterior de España y la confianza de la sociedad española en sus propias capacidades necesitan perentoriamente que se haga lo que tiene que hacerse, por decirlo al modo del presidente Rajoy. No se debe esperar más. Liberado de servidumbres electorales —ha habido que esperar para ello tres meses: otro episodio más de la interferencia perniciosa del fragmentado calendario electoral español en la política económica—, el Gobierno debe proceder con determinación. Cada uno a su manera, es lo que se le pide desde fuera y desde dentro: Comisión Europea y mercados internacionales (nuestros prestamistas, no se olvide); también una mayoritaria opinión pública y el propio titular de la Corona. Sin tinte alguno de catastrofismo, debe decirse que la situación actual evoca un cierto “estado de necesidad” nacional, que exige una estrategia reformista definitivamente articulada y operativa. El Gobierno no ha estado cruzado de brazos en sus primeros cien días, pero sólo en el flanco de la reforma laboral ha aportado novedades sustanciales. El resto ha sido más de lo mismo (reforma financiera y recorte de gasto) o táctica de cuentagoteo (desde la dación en pago y el sueldo de los banqueros intervenidos, a la reestructuración de los órganos regulatorios, el microcrédito a ayuntamientos y comunidades autónomas o la misma ley de trasparencia).

Eso ya no es suficiente. Los Presupuestos deben actuar de rampa de lanzamiento, y los próximos meses serán decisivos. El tiempo disponible se agota y lo que no se haga en este próximo tramo de la legislatura —hasta el final del año en curso, no más— será muy difícil hacerlo después, si se nos diera, que es probable que no, otra oportunidad. Así es de seria la situación.

El Círculo Cívico de Opinión, uno de los foros de la sociedad civil creado recientemente para alentar planteamientos y medidas que ayuden a encarar lo que tiene mucho de encrucijada histórica, lo ha manifestado con claridad en un reciente Documento con el mismo rótulo que encabeza esta página. Uno de sus primeros párrafos merece reproducirse: “es decisivo que las reformas se planteen desde el principio en su integridad, enmarcadas en un plan que contenga un diagnóstico claro, una evaluación de las dificultades y los sacrificios a realizar y un horizonte de esperanza. Con independencia de que las medidas hasta ahora adoptadas, tomadas una a una, vayan en la dirección adecuada, resultan fragmentarias a los ojos de unos ciudadanos que necesitan conocer el camino que transitan para recuperar la confianza. Urge actuar, pero urge también explicar. La pedagogía es más necesaria que nunca cuando las reformas requeridas son radicales y el margen de maniobra para aplicar paliativos, reducido. También la ejemplaridad es imprescindible, pues es un componente de la propia pedagogía. En momentos como el presente se requiere un liderazgo fuerte que convenza con explicaciones e imponga la ejemplaridad. El Presidente del Gobierno ha asumido personalmente la dirección de la política económica y debe ejercer de forma continuada ese liderazgo, dirigiéndose al pueblo español, sujeto de los sacrificios que se reclaman, y no sólo a los representantes parlamentarios”.

2 Comentarios

  1. Tengo una pregunta encadenada para alguien:

    ¿los sacrificios sólo los tenemos que hecer los de siempre? ¿Esos mercados-bancos-paraísos fiscales son intocables?

    Si la respuesta es Sí y Sì, creo que tenemos que rebelarnos, no es sufuciente con la indignación ¿o no?

  2. Magnífico post, Jose Luis. Muy adecuado en tiempo y forma. Sólo hace falta dar un vistazo a las necesidades de financiación de la economía española en los últimos meses y ver el papel jugado por el BCE para comprender la seriedad y magnitud del problema al que nos enfrentamos de aquí a final de año (por no decir hasta el próximo verano). Si no se toman medidas vamos a pasar desde una intervención implícita a otra explícita. Es necesario un plan de ajuste estructural bien articulado junto a medidas estabilizadoras. Estas medidas estaban en la base del buen funcionamiento de la Unión Monetaria y se han ido postergando por más de una década. Creo que sobre este punto hay suficiente consenso técnico. Verdaderamente lo que hace falta en esta encrucijada es el liderazgo y coraje político para poder llevarlas a cabo.

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