Los economistas utilizamos con mucha frecuencia en nuestras intervenciones públicas el lenguaje y vocabulario de nuestros colegas los médicos. Seguimos también en gran medida su estructura expositiva, explicando, tras el preceptivo diagnóstico (resfriado, neumonía, anemia, cáncer), las causas (virus, contagio, intoxicación), los síntomas (fiebre, hipertensión, congestión) y el tratamiento (intervenir, extirpar, implantar un by-pass, poner a dieta, purgar) a seguir para superar la enfermedad.

La llegada de la crisis financiera nos ha permitido sofisticar las referencias al tema médico (El marcador en sangre de nuestro tumor sigue siendo, como desde el principio de la crisis, el crédito a los promotores inmobiliarios, Luis Garicano, La Vanguardia, 2 de octubre 2011). Hemos ido además un poco más allá y hablamos ya sin tapujos de la muerte (No se pude medir la salud de los sanos por la de los muertos, que están fatal, pero por eso están muertos, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Rueda de prensa 30 septiembre 2011) y de los rituales que la acompañan (La quiebra de Grecia produciría un cierto alivio, similar al que se produce en las familias con el óbito de uno de sus miembros tras una larga y pesada enfermedad, La Vanguardia, 18 de septiembre 2011).

Es difícil, sin embargo, superar a los maestros. Baste recordar el mea culpa que entonaba Lord Robbins al final de su vida en relación a sus creencias de juventud sobre las medidas a tomar para salir de la Gran Depresión. En sus famosas palabras, de nuevo de rabiosa actualidad: “La idea de que lo esencial era eliminar las inversiones equivocadas y fomentar la disposición a ahorrar era tan poco adecuada como negar mantas y estimulantes a un borracho que hubiera caído en un estanque helado, bajo el razonamiento de que su problema inicial era un acaloramiento excesivo” (Autobiography of an Economist, Macmillan Press, 1971).

3 Comentarios

  1. Buen comentario, Toni. La pena es que los economistas no utilizamos con la misma precisión que los médicos algunos de sus métodos. Una parte importante de lo que hacemos en distintos campos de análisis es herencia directa de su instrumental, como los modelos de duración. Términos como análisis de supervivencia, probabilidad de riesgo y otros similares son herencia directa del trabajo estadístico en la investigación médica y en los procesos de ingeniería relacionados con el control de calidad. Algo parecido sucede con las técnicas de evaluación no experimental de tratamientos, de uso creciente en el análisis económico aplicado de algunas intervenciones públicas.

    • Gracias Luis por tu comentario. Comparto tu lamento sobre la menor precisión de nuestros métodos de análisis. Siguiendo con la comparación con «los otros doctores» me conformaría con que el proceso de toma de decisiones en el ámbito económico se pareciera más al que utilizan los médicos para decidir, por ejemplo, si procede o no operar. tg

  2. Los economistas que utilizan el lenguaje y vocabulario de los médicos. Tratan de explicar, las causas y los síntomas y el como tratar el problema en un lenguaje que solo se da de entender entre si, como a los medicos, nadie nunca les entiende, solo confían a que sepan lo que están haciendo.

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