Por J. Brandts, I. Busom, C. Lopez-Mayan*, J. Panadés (*AQR-IREA,Universitat de Barcelona)

Este post se publicó en el blog La Riqueza de las Regiones de la Asociación Española de Ciencia Regional. Fruto del acuerdo de colaboración entre este blog y el blog de ALDE, cada trimestre reproduciremos en nuestro blog algunos post que, por su temática, también pueden ser interesantes para nuestros asociados.


El debate racional sobre las opciones de políticas públicas, así como las decisiones colectivas orientadas al bienestar general, requieren que la ciudadanía conozca cuál es la evidencia científica, empírica, sobre las consecuencias -costes y beneficios- de cada opción. Iniciativas como Ciencia en el Parlamento  responden, en el caso español, a la voluntad de poner la ciencia y el conocimiento científico a disposición de la gestión pública.

Dos consideraciones (o reflexiones). Primero, siendo ésta una medida buena y necesaria, no es suficiente para que las decisiones colectivas utilicen la información científica disponible: ésta debe llegar a los ciudadanos directamente. Segundo, para que la información llegue a los ciudadanos es fundamental diseñar estrategias de comunicación que tengan en cuenta los sesgos cognitivos que los humanos experimentamos al procesar información. La investigación en el campo de la psicología cognitiva y del aprendizaje sugiere que cuando la información que se recibe es anti-intuitiva y contradice las creencias iniciales, ésta se rechaza. Es decir, se tiende a aceptar aquella información que confirma las propias creencias, y se ignora o repele la que las desmiente (refuta). Este sesgo, denominado sesgo de confirmación, es uno de los diversos que caracterizan el proceso cognitivo del cerebro humano. Estos sesgos nos predisponen a aceptar y aferrarnos a creencias erróneas, es decir, creencias opuestas al conocimiento científico del campo correspondiente.

Muchas creencias erróneas están ampliamente extendidas en la sociedad.  Por ejemplo, la negación del origen humano del cambio climático, la creencia de que sólo usamos una pequeña parte de la capacidad de nuestro cerebro, o la creencia de que las vacunas causan autismo. El principal problema de muchas de estas creencias es que tienen consecuencias claramente contraproducentes para toda la sociedad. Por ejemplo, originan repuntes en ciertas enfermedades como el sarampión, o, como se ha visto recientemente, se traducen en una reticencia inicial a la vacuna contra el COVID-19 (FECYT, 2021). Frente al criterio científico, la decisión de vacunación está en manos de los ciudadanos, y, por tanto, de sus creencias.

Comunicar simplemente los hechos objetivos puede no ser suficiente para cambiar una creencia intuitiva errónea, que se mantiene a pesar de que se proporcione evidencia científica contraria. La reticencia a las vacunas, o la negación del origen humano del cambio climático, son ejemplos de creencias desmentidas por el consenso científico en el ámbito de las ciencias naturales y de la salud. Del mismo modo, existen creencias populares desmentidas por el consenso científico en el ámbito de las ciencias sociales.  Un problema que afecta a una gran mayoría de ciudadanos y administraciones es el del acceso a vivienda asequible y qué políticas aplicar para aumentarlo. A este respecto, una opinión muy extendida en las sociedades de muchos países es que si se establece un tope máximo a los alquileres aumentará el número de familias que pueden acceder a una vivienda. Si bien la idea es atractiva porque parece sencillo llevarla a cabo y también parece que puede ayudar a todas las familias, los estudios muestran que no es así. La investigación empírica al respecto es muy extensa y concluyente, en el sentido de que esta política tiene una serie de efectos negativos a medio plazo (reducción de la oferta de vivienda, creación de listas de espera, falta de mantenimiento, facilitación de corrupción, inequidad) superiores a los positivos que pueda tener a corto (véase por ejemplo Andersson y Söderberg (2012), Diamond et al. (2019), Kholodilin y Kohl (2021)). La evidencia acumulada explica el elevado grado de consenso contrario al control de alquileres entre los investigadores económicos (el 95% de los expertos en el IGM Economic Experts Panel se muestra en claro desacuerdo sobre que los topes al alquiler aumentarán el acceso a la vivienda), cuando existen políticas alternativas que no tienen los efectos negativos indicados porque están dirigidas a aumentar la oferta (Moreno Monroy et al., 2020). También son más equitativas porque se pueden dirigir específicamente a las familias con menos recursos.

¿Hasta qué punto proporcionar esta información a la ciudadanía contribuye a reducir el apoyo al control de alquileres? En Brandts et al. (2022) investigamos si la manera de informar sobre la evidencia científica referente a las consecuencias del control de alquileres reduce la opinión popular favorable a los mismos. Un enfoque que se ha utilizado con cierto éxito en relación a otras creencias populares erróneas en los ámbitos de la psicología o la salud pública, es la comunicación a través de un texto refutativo. Consiste en explicitar la creencia errónea, afirmar y mostrar su incorrección, subrayar las consecuencias negativas de la creencia, y reconocer que el apoyo que tiene refleja en gran medida la preocupación por la justicia social. En esencia, un texto refutativo pretende promover el razonamiento reflexivo. En cambio, la comunicación a través de un texto no-refutativo consiste en explicar la evidencia científica, sin insistir explícitamente en la incorrección de la creencia intuitiva ni empatizar con las razones por las que la persona puede tener esta creencia. En ambos casos se evita la utilización de lenguaje técnico.

En Brandts et al. (2022) comparamos, mediante un experimento de laboratorio y un experimento de campo, la efectividad de un texto refutativo en relación a uno no refutativo en reducir la creencia errónea de que el control de alquileres contribuye a que más familias puedan acceder a vivienda de alquiler. En el laboratorio, la muestra consiste en jóvenes universitarios de primer curso de cualquier grado, exceptuando a los de grados de economía y empresa. Los participantes se distribuyen de forma aleatoria en dos grupos, donde uno recibe el texto refutativo y el otro grupo recibe el texto no refutativo. Se pregunta a los participantes su grado de acuerdo con esta creencia en tres ocasiones: antes de su exposición al texto, justo después, y unas semanas más tarde. Los resultados muestran que antes de la exposición al texto, entre un 75% y un 84% de los participantes comparten la creencia. Después de la lectura del texto, al cabo de unas semanas, un 68% de los que leyeron el texto no-refutativo mantiene la creencia, mientras que entre los que leyeron el texto refutativo un 56% la mantiene. En ambos grupos se observa una reducción de la creencia, algo superior en el caso del texto refutativo. El análisis econométrico, sin embargo, muestra que esta diferencia no es significativa. En el experimento de campo, en el que se utilizan los mismos textos que en el laboratorio con estudiantes de primer año de los grados de economía, empresa y derecho, se obtienen resultados similares. No obstante, en este experimento, cuando comparamos la efectividad del texto refutativo en relación a la docencia estándar, el texto induce una reducción significativa en la prevalencia de la creencia.

Las conclusiones que extraemos de la investigación son:  1) comunicar mediante un texto información científica detallada reduce la creencia errónea de forma similar tanto si dicho texto es explícitamente refutativo como si no lo es; 2) a pesar de recibir información detallada y argumentada, un porcentaje muy elevado -en torno al 65%- mantiene la creencia errónea. Ello sugiere que existen barreras importantes a la aceptación de la evidencia científica a pesar de que ésta esté bien documentada y se comunique con un lenguaje sencillo. Estas barreras son un obstáculo significativo que puede dificultar el diseño y aplicación de políticas socio-económicas socialmente deseables.

Este post se deriva del artículo: Brandts, J.; Busom, I.; Lopez-Mayan, C.; Panadés, J. Dispelling misconceptions about economics. Journal of Economic Psychology, 88, 102461

Referencias:

Andersson, R., & Söderberg, B. (2012). Elimination of rent control in the Swedish rental housing market: why and how?. Journal of Housing Research, 21(2), 159-181.

Brandts, J., Busom, I., Lopez-Mayan, C., & Panadés, J. (2022). Dispelling misconceptions about economics. Journal of Economic Psychology88, 102461.

Diamond, R., McQuade, T., & Qian, F. (2019). The effects of rent control expansion on tenants, landlords, and inequality: Evidence from San Francisco. American Economic Review, 109(9), 3365-94.

Fecyt (2021), Evolución de la percepción social de aspectos científicos de la COVID-19, Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, Madrid

Kholodilin, K. A., & Kohl, S., (2021): Social policy or crowding-out? Tenant protection in comparative long-run perspective, Housing Studies, DOI: 10.1080/02673037.2021.1900796.)

Moreno Monroy, A., J. Gars, T. Matsumoto, J. Crook, R. Ahrend, & A. Schumann (2020), “Housing policies for sustainable and inclusive cities: How national governments can deliver affordable housing and compact urban development”, OECD Regional Development Working Papers, No. 2020/03, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/d63e9434-en.

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