Por Tania Fernández García, Lorena García Alonso, Ana Salome García Muñiz y Elena Lasarte Navamuel – Cátedra para el Análisis de la Innovación de la Universidad de Oviedo y Laboratorio de Análisis Económico Regional – REGIOlab
Este post se publicó en el blog La Riqueza de las Regiones de la Asociación Española de Ciencia Regional. Fruto del acuerdo de colaboración entre este blog y el blog de ALDE, cada trimestre reproduciremos en nuestro blog algunos post que, por su temática, también pueden ser interesantes para nuestros asociados.
Coincidiendo con el día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra el 11 de febrero, la Cátedra para el Análisis de la Innovación en Asturias (www.cinnova.es) publicó el informe “Mujer innovación y ciencia en Asturias: una aproximación cuantitativa”, disponible en este enlace.
El informe revela la importante brecha de género persistente en el mercado laboral de la I+D+i, observable tanto para el conjunto nacional como para todas las regiones. El 40,2% de los empleos en Ciencia e Innovación en España son ocupados por mujeres. Sin embargo, la brecha se agranda cuando se centra la atención en el sector privado, donde las mujeres tan solo suponen el 29,7% del empleo total. Aunque el desequilibrio se produce en todas las CC.AA., entre ellas hay importantes diferencias. La tabla adjunta muestra una serie de indicadores que permiten ver la posición relativa de cada región al respecto.
Una de las explicaciones a la persistencia de esta brecha tiene que ver con las tendencias vocaciones observables en todos los niveles de formación. En el nivel de bachillerato, la presencia de la mujer está muy equilibrada en las ramas de Ciencias y de Humanidades y Sociales. En la formación profesional, también se puede hablar de paridad entre el alumnado que cursa estos estudios, si bien se observan grandes disparidades cuando se analizan las ramas de especialización, las cuales reflejan una importante brecha que se manifiesta en una doble dirección: por un lado, a través de la escasa presencia de la mujer en ramas como Instalación y mantenimiento, Transporte y mantenimiento de vehículos; por otro, por su fuerte predominio en ramas de especialización como Imagen personal, Servicios socioculturales y a la comunidad o Sanidad. En cuanto a la formación universitaria, las mujeres superan a los hombres en número de matriculados (56%). No obstante, su presencia se reduce a medida que se avanza en el nivel de estudios oficiales (51,1% en estudios de doctorado), situándose a un nivel similar al de los hombres. En este nivel educativo, la presencia de la mujer también es predominante en Ciencias de la Salud, Ciencias de la Educación y Ciencias Sociales y Humanidades, y sigue siendo escasa en Ingeniería y Arquitectura.
Pero más allá de la brecha que generan las dinámicas vocaciones, se observa como en el desarrollo de la carrera científica se amplifica la brecha de género. En los datos recogidos en el cuadro adjunto, se aprecia la paridad de género en las fases iniciales de los estudios universitarios, lo que significa que ambos sexos acceden por igual a la carrera académica; pero se identifican crecientes diferencias en las etapas más avanzadas de la misma. Así, en la máxima categoría académica, la de Catedrático de Universidad, la brecha se hace evidente: tan solo una cuarta parte de quienes ostentan esta condición en España son mujeres. Las diferencias entre regiones son especialmente llamativas en este aspecto. Una posible explicación más simple tendría que ver con la tardía incorporación generalizada de la mujer al mundo universitario, que conlleva que, entre los profesores más veteranos del cuerpo, que son quienes más tiempo han tenido para promocionar, predominen los hombres. Si se atiende a la distribución por sexo de las plazas de catedrático según grupos de edad, se constata que, efectivamente, la proporción de mujeres que llegaron a la cúspide de la carrera universitaria es menor conforme aumenta su edad. Aun así, en el rango en el que cabría esperar un mayor equilibrio, aquel que está entre los 50 y los 59 años de edad, la proporción de varones ocupando cátedras más que duplica a la de las mujeres en la misma posición; un valor muy alejado de la paridad de género. Y lo mismo sucede con el grupo de catedráticos más jóvenes, los que están entre los 40 y los 49 años.
En definitiva, los resultados obtenidos parecen indicar que la vocación de la mujer sigue estando influida por estereotipos de género: mujer-maestra-médica vs hombre-técnico-ingeniero. Asimismo, constatan con claridad que la brecha de género también existe en el ámbito científico, tanto cuando la carrera se desarrolla desde la empresa privada como desde la Universidad.