ONU-Día mundial de los Océanos

(Foto de NU, Día Mundial de los Océanos)

Por Manuel M. Varela Lafuente y Mª Dolores Garza Gil de la Universidad de Vigo

Ayer, 8 de junio, se celebró el día mundial de los océanos y en la próxima reunión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre ello que se celebrará en Lisboa, prevista para la semana pasada pero que se ha aplazado ante la pandemia mundial de coronavirus, se profundizará en la idea de un desarrollo sostenible de aquellas actividades relacionadas directamente con la explotación de los océanos.

Por poner un ejemplo de la importancia de la denominada economía azul, solo en Europa se estima que las actividades económicas dependientes del mar representan en torno a 5.5 millones de puestos de trabajo, el 75% del comercio exterior y el 37% del comercio interior de la UE en 2018.

Entre las actividades que tienen que ver directamente con lo marítimo (efectos arrastre aparte) percibimos inmediatamente las que se relacionan con la producción que tiene por objetivos recursos marinos, ya sean vivos (pesca, acuicultura) o no vivos (minerales o recursos fósiles). Entre ellos están los recursos energéticos de origen marino, que no se limitan a yacimientos de petróleo o gas natural, sino que incluyen las fuentes eólicas, undimotrices, mareales o geotérmicas. Además, a la extracción de recursos propiamente dicha hay que añadir las actividades de transformación y distribución, que en buena medida se sitúan en las zonas costeras.

A esta producción de bienes típicamente marina, hay que añadir las actividades de servicios: transporte (de mercancías y personas), turismo y ocio (el clásico de sol y playa u otros formatos con más acento cultural o deportivo), y otras actividades relacionadas con la defensa o la seguridad marítima. Otra parte significativa de las actividades se refiere al equipamiento y las infraestructuras relacionadas con todo lo anterior: los puertos y la construcción naval son las referencias principales que se sitúan en los espacios costeros.

Podemos completar esta visión panorámica con la consideración del capital humano e intelectual y de las funciones ambientales relacionadas con el mar. Las actividades mencionadas requieren capacitaciones y conocimientos específicos como base de generación de valor. Sin duda en los últimos lustros se ha dado un salto adelante, superando en buena medida las tradicionales dificultades que presenta un medio menos habitual y más duro para la actividad de los humanos.

Finalmente, tenemos que prestar atención al mar como espacio reservorio de la biodiversidad y equilibrios de las variables ambientales que afectan al planeta: el equilibrio ecosistémico y los efectos del cambio climático de origen antropogénico (deshielo, corrientes marinas, temperatura del agua, elevación del nivel del mar, fijación de CO2, etc.) tienen especial relevancia en el medio marino. El conocimiento de estos efectos es aún limitado (especialmente en perspectiva económica) y la preocupación por los mismos es una cuestión que se ha constatado sobre todo en los últimos decenios tanto a escala planetaria como por los impactos más locales (contaminación, vertidos, etc.), o no tan locales (caso de residuos no bio-degradables, como los plásticos).

La búsqueda del equilibrio entre las demandas de la industria, la pesca, el transporte marítimo, la explotación minera y el turismo, por un lado, y la buena salud de los ecosistemas marinos y costeros, por otro, está cada vez más presente en la agenda internacional. También en la europea con el impulso dado a la estrategia Blue Growth bajo el paraguas del desarrollo sostenible.