Las medidas tomadas por los gobiernos europeos para ayudar a sus entidades financieras tras el estallido de la crisis financiera han incidido, en algunos casos significativamente, en las cuentas públicas, ya que han impactado sobre el saldo presupuestario, el balance (activos y pasivos) y el volumen de pasivos contingentes (riesgos asumidos, como los avales, que pueden generar pérdidas en un futuro próximo). Desde 2009 Eurostat proporciona dos veces al año (abril y octubre) información detallada y homogénea sobre estos tres conceptos claves para entender el coste de la crisis bancaria.

Centrándonos en el caso español, en el periodo 2007-2019 las citadas medidas habían generado un déficit acumulado (o lo que es lo mismo, habían hecho necesario aflorar pérdidas por valor) de 48.515 millones de euros, siendo los quebrantos que ocasionaron las recapitalizaciones de las entidades en crisis, la compra de activos a un precio superior al de mercado y los intereses de la deuda que fue necesario emitir para financiar los desembolsos anteriores los principales causantes de esa elevada cifra. El apoyo al sector bancario habría hecho asimismo aumentar los activos, pasivos y pasivos contingentes de las AA. PP., siendo 4.680, 51.406 y 35.409 millones de euros respectivamente los valores que presentaban tales magnitudes a finales de 2019.

De las cifras anteriores, la SAREB suponía tan solo 996 millones de euros del déficit acumulado, consecuencia de la conversión en capital de una parte de la deuda subordinada que hubo que realizar en 2016 para cubrir las pérdidas que presentaba desde su creación. Dichas pérdidas, unido a algunos ajustes contables, redujeron a 1.071 millones de euros, la mitad prácticamente de lo desembolsado en su día, el valor de la participación del FROB en el capital de la SAREB y, por tanto, su peso en los activos de las AA. PP. Al no ser considerada una entidad pública, la deuda que emitió para adquirir activos a las entidades en crisis no se incluía, pese a estar avalada por el Tesoro, en los pasivos propiamente dichos, sino que era contabilizada como un pasivo contingente, siendo la SAREB la única responsable de los 35.409 millones registrados en ese epígrafe a finales de 2019.

Las elevadas pérdidas que ha presentado la SAREB en los últimos años, que no hacen sino incrementar la probabilidad de que sea necesario ejecutar las garantías públicas, llevaron a Eurostat a exigir su inclusión en el perímetro de las Administraciones Públicas. Computada inicialmente en el ejercicio del 2020, dicha inclusión aumentó el déficit público de ese año en una cuantía (9.873 millones de euros) equivalente al patrimonio neto negativo que presentaba el llamado banco malo en esos momentos. Por lo que respecta al balance, los activos crecieron en 27.568 millones de euros mientras que los pasivos (y, por tanto, la deuda pública) lo hicieron en unos respetables 34.182 millones de euros. Como contrapartida, pasaron a ser cero los importes consignados hasta la fecha como pasivos contingentes.

En marzo de 2022 las autoridades españolas informaron que, según lo acordado con Eurostat, el impacto de la SAREB sobre las cuentas públicas se calcularía desde la fecha de creación del citado organismo, esto es desde 2012. En la última actualización (abril 2022), la oficina estadística de la UE ha reconstruido pues las tres series que, como ya se ha dicho, proporciona periódicamente para estimar el volumen y coste de las ayudas prestadas a las entidades financieras.

La nueva forma de cálculo ha incrementado lógicamente los importes contabilizados a lo largo del periodo 2012-2019 como activos y pasivos y disminuido, como contrapartida, los pasivos contingentes de las AA.PP. Al tratarse de stocks, la foto finish (los datos relativos al año 2020) coincide, euro arriba euro abajo, con la publicada en octubre del 2021, y no ha sido pues necesario reconocer, para alivio de nuestras autoridades, incrementos adicionales en el grado actual de endeudamiento del sector público.

Más sorpresas ha arrojado la reconstrucción de la serie que estima la incidencia de la SAREB sobre el saldo presupuestario. No en vano, ha aflorado 13.400 millones de euros de pérdidas adicionales, elevando hasta los 23.300 millones de euros su impacto acumulado sobre el déficit. Lejos pues de ser inocua para los contribuyentes, el coste fiscal causado hasta la fecha por la SAREB supera ya el imputado a BFA/Bankia y duplica el generado por CatalunyaBanc o Novacaixagalicia. Esperemos que, dada la magnitud de las pérdidas ya reconocidas, la factura no siga creciendo en los próximos años.

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