En su hasta la fecha última nota informativa sobre las ayudas concedidas a las entidades bancarias españolas tras el estallido de la crisis financiera, el Banco de España cifraba en 42.561 millones de euros las pérdidas que tales medidas habrían causado a los contribuyentes en el periodo 2009-2018. Dicha cifra, es importante destacarlo de entrada, era la resultante de restar a los recursos movilizados (que según el Banco de España ascendían a 56.598 millones de euros) no solo los importes ya recuperados hasta la fecha (4.477 millones de euros) sino también los 9.560 millones de euros que el FROB consideraba era el valor recuperable de su participación en BFA-Bankia.
La cifra de pérdidas proporcionada por el Banco de España ha quedado ampliamente desfasada debido básicamente a dos hechos ocurridos recientemente. El primero de ellos es la inclusión de la SAREB en el perímetro de las administraciones públicas. Exigida por Eurostat a la vista de las pérdidas acumuladas desde su creación (que no solo han consumido la totalidad del capital, sino que han situado el patrimonio neto de la sociedad en valores negativos), dicha inclusión ha incrementado el déficit público en 2020, y por tanto la factura soportada por los contribuyentes, nada más y nada menos que en 9.891 millones de euros.
La desaparición de Bankia obligará por su parte al FROB a valorar su participación en BFA tomando como referencia únicamente el patrimonio neto de esta última, que, tras la fusión, pasará a estar determinado en gran medida por el precio que alcancen en el mercado las acciones que posee de Caixabank. Consciente de que dicho valor de mercado de las acciones es en estos momentos muy inferior al que figura contabilizado como valor recuperable (los 9.560 millones citados al principio), en sus cuentas relativas al ejercicio del 2020 el FROB ha cifrado en 5.974 millones de euros el nuevo valor de su participación. De cara al ejercicio del 2021, en el que la operación de fusión será operativa a todos los efectos, ha estimado también que el patrimonio neto individual de BFA a finales de 2020, es decir lo que se considera se podría recuperar si aplicáramos ya la nueva referencia, quedaría reducido a 4.029 millones de euros.
Tras los ajustes contables que será necesario introducir en los cálculos del Banco de España la factura generada por la crisis bancaria rondará ya los 58.000 millones de euros, una cifra prácticamente idéntica a la que Eurostat, utilizando otra metodología, considera ha sido el coste fiscal que hasta la fecha han soportado los contribuyentes españoles. En términos relativos estaríamos hablando de una cuantía equivalente al 5,2% del PIB, muy inferior a la carga soportada hasta la fecha por el mismo motivo por los contribuyentes en Chipre (19,9% del PIB), Grecia (16,5%), Irlanda (13,2%), Eslovenia (11,3%) y Portugal (11,0%), pero a años a luz también de la soportada por los contribuyentes franceses (0,1%), italianos (0,4%) o alemanes (1,5%).
Los dos factores señalados en esta nota –la inclusión de la SAREB en el perímetro de las Administraciones Publicas y la fusión de Bankia– determinarán también si la factura de la crisis bancaria seguirá creciendo en los próximos años. Sabemos en este sentido que, desde su creación en 2012, la SAREB ha cerrado todos los ejercicios en números rojos. Por lo que respecta a Bankia, el FROB espera que las sinergias generadas por la fusión eleven la cuantía de las ayudas que se podrán recuperar. A día de hoy (mediados de julio de 2021) el valor en el mercado de su paquete de acciones en Caixabank sigue siendo desgraciadamente inferior al que el propio FROB ha estimado como valor recuperable. Esperemos que se trate de una situación pasajera, ya que de no ser así el próximo año sería necesario reconocer más pérdidas.