Escribo estas líneas una semana después de las largas horas compartidas con familiares y amigos ante el féretro que encerraba el cuerpo ya inanimado de Emilio Ontiveros. Han pasado ocho días desde que, al comienzo de la primera tarde de este mes de agosto, la conmovida voz de Rafael Myro —su mejor amigo— me trasmitiera la dolorosísima noticia de esa muerte inesperada. Escribo, pues, sin la pulsión emotiva que pudo provocar la inmediatez; todavía el duelo en lo más hondo, sí, pero ya con suficiente distancia para cierta objetivación. Con el propósito de añadir mi testimonio —destinado sobre todo a los más jóvenes y a quienes buscan pautas de referencia— sobre uno de los nuestros ciertamente excepcional.
No es un giro retórico. “El que es bueno en todo, no es muy bueno en nada”: es un axioma en el mundo del atletismo, avalado por la práctica con muy pocas excepciones, que también puede aplicarse al ámbito de cualquier profesión. Al de los economistas, por ejemplo. De ahí la singularidad de la ejecutoria profesional de Emilio Ontiveros: muy bueno en todo. Lo ha sido en tanto que estudioso y profesor: comenzó especializándose en economía financiera y poco a poco fue dominando extensiones más vastas del análisis económico (“hácese uno primero señor de las materias, y después entra y sale con despejo”, dice Gracián); en él no era ninguna impostura firmar, desde hace años, como “catedrático de Economía”, de economía a secas, un título en su caso plenamente justificado. Extraordinario ha sido igualmente su talento y su iniciativa como empresario, gestando, primero, y gestionando después esa exitosa empresa de consultoría que es Analistas Financieros Internacionales, con excelente predicamento en todo el sector; talento, iniciativa y la necesaria ambición para crecer sin perder calidad, consiguiendo hacer una gran empresa de lo que pudo haberse quedado, sin ese plus, en una boutique prestigiosa, cómoda pero con limitado radio de acción. Singulares por extraordinarias han sido, en tercer lugar, sus dotes para la divulgación; para la divulgación exigente y a la vez eficaz, trasmitiendo convicción, y autoridad sin perder cercanía. Un prodigio. Que además se prodigaba con una enorme generosidad: en las Jornadas de Alicante sobre economía española todos hemos tenido ocasión de comprobarlo año tras año.
Profesor que no deja de investigar y enseñar, máximo responsable de una empresa, divulgador en centenares de plazas y foros: todo lo ha hecho muy bien Emilio Ontiveros. Al modo de los más grandes maestros, no ha separado su trabajo de su vida. Sabiendo que la plenitud de esta supone compromiso con un tiempo y un país: así lo revela una trayectoria que comienza en temprana militancia antifranquista y continuará en firme y mantenida defensa de la democracia avanzada en una sociedad solidaria. Economista total, es el título que mejor le cuadraría. Excepcional. Rara avis.
Lo ha sido igualmente como persona y como amigo: doy fe de ello, y mi “serie” abarca cuarenta años, desde aquel otro verano de 1983 cuando —Rafa Myro mediante, también entonces— nos conocimos en Santander. Se ha ido, pero su huella permanecerá.
Muros de Nalón, 9 de agosto de 2022