Como es sobradamente conocido, recientemente ha visto la luz el informe España 2050 Fundamentos y propuestas para una estrategia nacional de largo plazo, de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia (se puede consultar el contenido íntegro del informe aquí). Este órgano, creado a imagen y semejanza de los existentes en algunas de las economías avanzadas más punteras, ha impulsado un interesante ejercicio de prospectiva en el que se establecen orientaciones de largo plazo para nuestro país. Se pretende con ellas ayudar a guiar el camino hacia un escenario futuro caracterizado por mayores niveles de desarrollo y bienestar y menores niveles de desigualdad, para lo que sería necesario lograr la convergencia en estos aspectos con las principales economías europeas avanzadas, los países de la UE-8. El desarrollo de este ejercicio, a todas luces muy necesario y oportuno, ha incorporado el trabajo de un equipo de expertos y profesionales de primera fila, de solvencia contrastada y procedentes de un amplio espectro de posiciones ideológicas. En mi opinión, sería realmente una lástima si cualquier otro tipo de consideración dificultara valorar en su justa medida el contenido científico del informe, el cual constituye un valioso punto de partida sobre el que desarrollar una necesaria discusión pública y académica para establecer una hoja de ruta a largo plazo que sirva de guía en la toma de decisiones de política económica y, en última instancia, conduzca a la sociedad española hacia un futuro mejor.
Obviamente, una de las esferas estratégicas destacadas en el informe es el mercado de trabajo, cuyas deficiencias estructurales lo convierten a día de hoy en uno de los grandes talones de Aquiles de la economía española, en tanto que buena parte de los problemas actuales de nuestro país (como la limitada capacidad de crecimiento, la reducida productividad, los problemas de emancipación de los jóvenes o las reducidas tasas de natalidad), están relacionados, directa o indirectamente, con sus disfuncionalidades. En este ámbito específico, el que mejor conozco por mi trayectoria de investigación y del que, en consecuencia, me atrevo a opinar, el equipo multidisciplinar de expertos ha estado conformado por Sara de la Rica, Juan José Dolado, Rafael Doménech, Celia Ferrero, Jesús Lahera, Raquel Sebastián, Ignacio de la Torre y Sergio Torrejón. Como puede comprobarse, del mismo han formado parte reputados investigadores de primer nivel, con un amplio historial de investigación que en algunos casos les sitúa en la frontera del conocimiento sobre la economía laboral. Lo que es tan importante como lo anterior, sin embargo, es que desde hace tiempo muchos de ellos vienen participando de forma muy activa en la discusión tanto pública como académica sobre la problemática realidad del funcionamiento de nuestro mercado de trabajo y constituyen, por tanto, claros ejemplos a destacar frente a la crítica común que sitúa a los investigadores en cómodas torres de marfil académicas.
Como no podía ser de otra forma, el diagnóstico que ofrece el capítulo sobre el mercado de trabajo (“Desafío 7. Resolver las deficiencias de nuestro mercado de trabajo y adaptarlo a las nuevas realidades sociales, económicas y tecnológicas”) es impecable, y ofrece una excelente panorámica de la trayectoria de nuestro mercado de trabajo en el pasado, los problemas y carencias que presenta en la actualidad y los importantes retos de futuro que presenta tanto a corto plazo (en relación con los efectos de la pandemia), como a largo plazo (relacionados con los importantes desafíos que se derivan de megatendencias como el envejecimiento de la población o los efectos de la 4ª Revolución Industrial).
Aunque animo encarecidamente a todos los lectores del blog a leer con detenimiento el contenido del capítulo (y, ya que estamos, las referencias que allí se citan), resumiendo su contenido de forma muy sucinta, el mismo comienza destacando cómo, echando la vista al pasado, en las últimas décadas se ha producido una profunda transformación del mercado laboral español que se aprecia positivamente en elementos como el significativo aumento de la tasa de empleo (muy especialmente en el caso de las mujeres), la sustancial reducción de las brechas de género en diferentes ámbitos (como los salarios o la propia tasa de empleo) o la mejora en las condiciones generales de trabajo (con reducciones significativas, por ejemplo, de los niveles de siniestralidad laboral o la duración media de la jornada laboral). A continuación, se señalan las deficiencias estructurales que constituyen los elementos clave del tradicional comportamiento disfuncional del mercado de trabajo español, lo que se traduce en la práctica en carencias significativas en términos tanto de cantidad como de calidad del empleo. En el primer caso, apreciables en unos niveles todavía comparativamente reducidos de la tasa de empleo (lo que encuentra su contraparte en una muy elevada tasa de desempleo y un extraordinario nivel de desempleo tanto juvenil como de larga duración). En el segundo, en una elevada precariedad del empleo (evidente en cuatro dimensiones: una elevada temporalidad y una fuerte segmentación; el aumento del trabajo a tiempo parcial no voluntario; la elevada rotación laboral y la baja calidad laboral apreciable en aspectos como la todavía alta siniestralidad, las reducidas posibilidades de formación y desarrollo profesional o la presencia relativa de jornadas de trabajo extensas) que se refleja, como no puede ser de otra forma, en unos altos niveles de insatisfacción laboral de los trabajadores.
En cuanto a las vías de mejora, el texto destaca apropiadamente que las causas de la disfuncionalidad de nuestro mercado laboral, aun siendo numerosas y complejas, están relacionadas en buena medida con las particularidades de nuestro sistema productivo y las características de nuestro marco normativo. En consecuencia, las recomendaciones van inicialmente en el sentido de adoptar actuaciones y políticas para combatir el déficit de capital humano, la reducida implantación tecnológica en el tejido empresarial, el reducido esfuerzo en innovación y la existencia de trabas burocráticas que limitan el crecimiento de las empresas (cuestiones todas ellas sobre las que se profundiza en el primer capítulo del informe). Por su parte, en el frente relacionado con potenciales cambios en los elementos normativos e institucionales del mercado de trabajo, las recomendaciones se ubican en tres ámbitos prioritarios: la regulación laboral relacionada con los sistemas de contratación del empleo (con el fin de reducir la temporalidad), la negociación colectiva (con el fin, entre otras cuestiones, de mejorar los elementos de flexibilidad interna a los que pueden recurrir las empresas) y las políticas activas de empleo (recomendando mejorar tanto su dotación financiera como su muy mejorable eficiencia).
Finalmente, en lo que respecta a los importantes retos de futuro en el plano laboral, el más acuciante a corto plazo pasa indiscutiblemente por mitigar los efectos negativos de la actual crisis económica, intentando evitar que el desempleo se cronifique y derive en un aumento de la precariedad y de la desigualdad, como ha ocurrido por lo general en anteriores crisis económicas. En cualquier caso, se señala acertadamente también que el principal desafío laboral al que se enfrenta nuestro país es acabar con las deficiencias que arrastra el mercado de trabajo desde hace décadas para afrontar con garantías los enormes retos asociados a los efectos de fenómenos como el intenso envejecimiento de la población (y la consecuente contracción de la fuerza laboral) o la digitalización (y los efectos potencialmente muy importantes que la amenaza transversal de la conjunción de robots y algoritmos puede tener sobre la cantidad, calidad y composición del empleo).
Para lograr hacer frente a los retos pendientes, en el informe se enuncia la necesidad de acometer reformas profundas e iniciativas de calado para, además de corregir las particularidades del sistema productivo y modificar los aspectos necesarios del marco normativo relacionados con los sistemas de contratación, la negociación colectiva y las políticas activas de empleo, poder incidir asimismo en ámbitos también muy necesarios como modernizar las redes de protección social, fomentar la participación laboral, incentivar una inmigración adecuada a nuestras necesidades y la recuperación del talento perdido, así como procurar una mejora de la calidad del trabajo mediante la reducción de riesgos laborales y la flexibilización y reducción de las jornadas de trabajo. Con el fin de guiar el proceso y permitir la evaluación cuantitativa de los logros se propone un conjunto de indicadores cuantificables y objetivos concretos (Cuadro 1). El establecimiento de estos indicadores y objetivos es un aspecto a destacar del informe, pues facilita la evaluación de los potenciales logros futuros, e ilustra sobre la tarea titánica que queda por delante hasta alcanzar metas tan ambiciosas a la luz del desempeño laboral de las últimas décadas como la consecución para 2050 de una tasa de empleo del 80% o de una tasa de desempleo del 7%.
Cuadro 1.
Indicadores y objetivos en relación con el mercado de trabajo. España 2050.
En suma, el capítulo ofrece en mi opinión un ejercicio muy equilibrado en relación con el diagnóstico que ofrece sobre las debilidades del mercado de trabajo español y sus importantes desafíos de futuro y constituye una base de gran calidad para una discusión futura sobre cuáles son las metas concretas y las medidas que deben adoptarse para alcanzarlas.
P.D.: Aprovecho para comentar que el Instituto de Economía Internacional de la Universidad de Alicante está a punto de firmar un convenio con CCOO en virtud del cual un equipo de investigadores que tengo la fortuna de dirigir va a desarrollar una metodología para la cuantificación de la precariedad laboral, una cuestión de gran interés pero relativamente esquiva en cuanto a su medición en la práctica. Por ello, confiamos en disponer pronto de evidencia cuantitativa que permita conocer en profundidad el fenómeno de la precariedad laboral en nuestro país y que compartiremos oportunamente con los lectores del blog.