Autores: José Manuel Casado Díaz, Jorge Seva, Hipólito Simón y Raquel Simón-Albert (Universidad de Alicante)

Como es conocido, la industria turística desempeña un papel clave en la economía española, tanto por su papel como fuente de ingresos exteriores como por su muy relevante aportación cuantitativa a los niveles agregados de actividad y empleo. En este último ámbito existe, sin embargo, una gran preocupación por los problemas de calidad del empleo en el sector, un elemento que, además del impacto negativo que ejerce en la calidad de vida y el bienestar mental y físico de los trabajadores, es muy posible que se encuentre entre los principales motivos del creciente número de puestos vacantes que no logran cubrir en muchas empresas del sector.

En un artículo que hemos publicado recientemente produndizamos en la exploración de la calidad del empleo en el turismo al analizar la precariedad laboral en el sector turístico español desde una novedosa perspectiva multidimensional que permite examinar el fenómeno desde una perspectiva más amplia que la que ofrecen los indicadores parciales que habitualmente se utilizan para medir la precariedad laboral, como puede ser la temporalidad.

En este sentido, cabe destacar que aunque la precariedad laboral es un fenómeno que, por su propia naturaleza, recibe comprensiblemente un gran interés no únicamente a nivel social sino también académico, en el análisis de este fenómeno no se ha alcanzado todavía en la literatura científica, sin embargo, un consenso sobre cómo debe ser cuantificado. Los únicos puntos en común que se encuentran en la inmensa mayoría de las investigaciones sobre el tópico es que la precariedad se entiende como un fenómeno multidimensional en el que confluyen características no deseables de los empleos, entre los cuales se encuentran desde tipos de contratos no deseables (contratos temporales y/o a tiempo parcial de naturaleza involuntaria), hasta bajos salarios y otras condiciones laborales desfavorables (tales como  jornadas atípicas que dificultan la conciliación laboral y familiar o situaciones de sobrecualificación para el trabajo desempeñado).

En el caso del sector turístico, existe el riesgo de que se identifique en términos laborales con ocupaciones de mala calidad, asociadas a jornadas laborales extensas y atípicas en puestos de trabajo en muchos casos mal remunerados, que no resulten atractivas para el desarrollo de una carrera profesional duradera. Esta circunstancia, además de los propios costes individuales que puede generar para grupos de ocupados vulnerables, como las mujeres o los jóvenes, cuya presencia en el sector es comparativamente elevada, puede dificultar de forma significativa tanto la atracción como la retención del talento.

En nuestro artículo analizamos con microdatos de la Encuesta de Población Activa de 2019 la situación relativa de la precariedad laboral en el sector turístico (aproximándolo, como es habitual en muchos análisis, a partir de la hostelería) en comparación con el resto del sector privado de la economía española. Para ello empleamos una metodología de análisis de la precariedad laboral multidimensional desarrollada previamente por García-Pérez et al. (2017, 2020 y 2022). La misma se basa en la propuesta de Alkire y Foster (2011) diseñada originalmente para la medición de la pobreza, pero que ha sido adaptada posteriormente con éxito para la medición de otros fenómenos socioeconómicos de carácter multidimensional. La técnica empleada permite, en síntesis, la cuantificación de la incidencia y la intensidad de la precariedad, así como del denominado Índice de Precariedad Asalariada Multidimensional (o IPAM), el cual mide la incidencia de la precariedad corregida por la intensidad.

La aplicación de esta metodología comienza con la selección de una serie de características de los empleos que se entienden asociadas a la precariedad laboral y que se miden con indicadores que tienen un carácter dicotómico. La tabla 1 recoge los siete indicadores individuales laborales empleados en nuestro análisis, los cuales se agrupan en las tres dimensiones en que se puede materializar el fenómeno, coincidentes con el enfoque actual de la OCDE sobre la medición de la calidad del empleo (OCDE, 2014 y 2018). La primera dimensión está relacionada con el empleo de bajos salarios y está compuesta por dos indicadores que identifican carencias en el salario mensual bruto (si el mismo es inferior a 1.200 euros) o, alternativamente, en el salario por hora (si no alcanza el 60% del salario mediano de la economía, un umbral que en el caso de 2019 se situaba en torno a 6,5 euros). La segunda dimensión está relacionada con la precariedad en la situación contractual del trabajador y está compuesta por dos indicadores que identifican carencias laborales si el trabajador posee un contrato temporal o se encuentra en situación de parcialidad involuntaria, respectivamente. Por último, la tercera dimensión corresponde deficiencias en otras condiciones laborales y se compone de tres indicadores que identifican carencias laborales en caso de sobrecualificación (el cual se da cuando el nivel de estudios es superior al más frecuente en la ocupación que se desempeña), una jornada laboral excesiva (cuando se trabaja habitualmente más horas de las estipuladas en contrato o convenio) o una jornada laboral atípica (cuando se trabaja habitualmente por las noches, los fines de semana o por turnos). En el análisis se asigna a todos los indicadores individuales un peso relativo unitario de 1/7.

Tabla 1. Dimensiones, indicadores y pesos del IPAM

El uso de estos indicadores de forma separada permite comprobar que los asalariados en hostelería sufren en mayor proporción carencias en la inmensa mayoría de los indicadores individuales de precariedad (tabla 2). Así, en la primera dimensión de precariedad se observa una mayor incidencia del empleo de bajos salarios tanto en el caso del salario por hora (un 17,9% de los asalariados de la hostelería perciben menos del 60% del salario por hora mediano frente a un 12,3% del resto del sector privado) como, muy especialmente, del salario mensual (un 40,6% de los trabajadores de hostelería perciben menos de 1.200 euros brutos de salarios mensuales, frente a un 26,3% del resto del sector privado). En el mismo sentido, en la dimensión asociada a la precariedad contractual se observa que en la hostelería son más frecuentes tanto los contratos temporales (36% de temporalidad frente al 25% del resto del sector privado) como los contratos parciales de naturaleza involuntaria (afectan al 18,1% de los asalariados frente al 9,4% del resto del sector privado). Finalmente, en la última dimensión de precariedad no se observan diferencias significativas en los indicadores de sobrecualificación (fenómeno que afecta al 35,9% de asalariados en el turismo y al 33,1% del resto del sector privado) y jornada excesiva (8,3% en la hostelería frente al 7% del resto del sector privado), pero sí diferencias muy pronunciadas en la incidencia de la jornada atípica (ya que el 75% de trabajadores de la hostelería presentan esta carencia laboral, cuando en el resto del sector privado la sufren el 33,9% de los asalariados).

Tabla 2. Proporción de empleados afectados por cada carencia laboral

Tras la elección de los indicadores laborales individuales, el siguiente paso en la aplicación de la metodología consiste en sumar los pesos relativos de las características laborales negativas de cada asalariado y establecer un umbral predeterminado de carencias, de modo que aquellos asalariados que superan un cierto número de carencias se consideran precarios. En nuestro análisis se exige que un puesto de trabajo reúna tres de los siete problemas posibles, lo que implica una definición relativamente restrictiva de la precariedad, pues se identifican empleos en los que se encuentran combinaciones de al menos tres carencias laborales simultáneas (como, por ejemplo, tener un contrato temporal, estar sobrecualificado para el empleo y cobrar un salario mensual reducido). Una vez clasificados a todos los asalariados en dos categorías (precarios o no precarios) la incidencia de la precariedad multidimensional se calcula como el peso de los empleos precarios sobre el total, la intensidad como la proporción de carencias laborales que sufre en promedio el grupo de asalariados precarios y el IPAM como el producto de la incidencia y la intensidad de la precariedad (la tabla 3 muestra el valor de estos tres indicadores multidimensionales de precariedad diferenciando entre asalariados de la hostelería y del resto del sector privado).

Se constata así cómo la incidencia de la precariedad laboral multidimensional en la hostelería es muy alta, pues afecta en torno a dos de cada cinco asalariados (41,6%), duplicando la extensión del fenómeno en otros sectores de la economía (20,9%). No se observan, por el contrario, diferencias muy significativas en el perfil de los precarios en la hostelería y el resto de la economía, ya que la intensidad del fenómeno es relativamente similar y en ambos casos los trabajadores presentan en torno a la mitad del total de deficiencias laborales que pueden parecer. En consecuencia con estos resultados, los valores del IPAM reflejan una incidencia corregida por la intensidad sustancialmente mayor de la precariedad laboral multidimensional en la hostelería que en el conjunto de la economía.

Tabla 3. Indicadores multidimensionales de precariedad

En el análisis se examina también la distribución de los empleados en hostelería y en el resto del sector privado según su número de carencias laborales (donde uno de los resultados especialmente destacable es que sólo un 6,1% de los trabajadores en hostelería no presenta ningún tipo de carencia laboral en su empleo frente al 25,9% de otros sectores) y la incidencia de la precariedad laboral multidimensional de forma desagregada para distintos grupos de asalariados en la hostelería (gráfico 1). En este último análisis se constata, en primer lugar, que el fenómeno está más extendido entre las mujeres (afecta al 45% de las que trabajan en el sector) que entre los hombres (37%), así como que los jóvenes son uno de los colectivos más afectados (60,1%, frente al 28,8% de los trabajadores de más de 45 años). Del mismo modo, destacan las diferencias en el alcance del fenómeno entre quienes llevan menos de dos años trabajando para la misma empresa (62,4%) y quienes llevan más de cinco años (17,3%), entre quienes ocupan un puesto de trabajo no cualificado (56,3%) y cualificado (1,8%) y, en menor medida, entre quienes trabajan en empresas con menos de diez trabajadores (47,2%) o en empresas de mayor tamaño (37,4%). En sentido contrario, no se observan diferencias muy pronunciadas entre trabajadores con nacionalidad española (41,7%) y con nacionalidad extranjera (43,3%).

Gráfico 1. Incidencia de la precariedad por tipo de empleado en la hostelería

A modo de conclusión, los resultados obtenidos en el novedoso análisis de la precariedad laboral desde una perspectiva multidimensional confirman que los trabajadores del sector turístico en España presentan en general empleos de mucha peor calidad que los del resto del sector privado. Consideramos que la identificación de cuáles son las carencias laborales más extendidas en el sector y los grupos de trabajadores que las sufren en mayor medida son aspectos cruciales para el diseño, la puesta en marcha y la evaluación de medidas que, desde el ámbito de la propia industria y de las políticas públicas, favorezcan la consolidación de una fuerza laboral formada y especializada que permita afrontar los retos a los que se enfrenta un sector estratégico en la economía española.

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