Por Carlos Usabiaga (Universidad Pablo de Olavide) y Macarena Hernández-Salmerón* (Junta de Andalucía)

* Las opiniones recogidas en este documento son responsabilidad exclusiva de la autora y no representan la posición oficial de la institución a la que pertenece

La ley de Okun (1962), que muestra la relación entre el crecimiento económico y la evolución del mercado de trabajo, permite calcular cuáles son los requisitos mínimos de crecimiento económico para alcanzar determinados objetivos laborales, de empleo o de desempleo. Esta relación econométrica, no obstante, se muestra muy sensible al periodo muestral que se escoja, lo que pone de manifiesto la necesidad de tener cautela a la hora de usar estimaciones econométricas para hacer predicción o sustentar prescripciones de política económica.

Para ilustrar esta idea se van a utilizar datos de la ley de Okun para España, comparándose los resultados de las estimaciones del periodo 1992-2019, con los de las estimaciones para 1992-2020 y 1992-2021. En este periodo se incluyen años de expansión (1992, 1994-2007, 2014-2019, 2021), así como de recesión (1993, 2008-2013, 2020). Se concluye que la ley varía sensiblemente solo con añadir o quitar un dato muestral (un año en nuestro caso). Como apuntan Usabiaga y Hernández-Salmerón (2021), el motivo del cambio significativo en la relación es que el año 2020 es muy atípico desde el punto de vista de la ley de Okun. Por un lado, se produce una gran caída de la producción real debido a la crisis de la COVID-19. Por otro, y a diferencia de crisis anteriores, se hace un intenso uso de la figura de los ERTEs (expedientes de regulación temporal de empleo), lo que hace que el desempleo no suba al estilo de lo acontecido en crisis anteriores, como por ejemplo la de 2008. Es decir, el incorporar un solo año (2020), muy atípico frente a todos los anteriores (1992-2019) en términos de la ley de Okun, hace que la robustez de dicha estimación econométrica o relación económica se vea cuestionada.

Vamos a utilizar una especificación de la ley de Okun sencilla, al estilo de la que usa Blanchard (2021), el modelo en primeras diferencias. De este modo, ut denota la tasa de desempleo en el año t, ut-1 la tasa de desempleo en el año t-1, gyt la tasa de crecimiento real del PIB entre el año t-1 y el año t, g*y la tasa de crecimiento “normal” de la economía, y β  recoge la sensibilidad de la tasa de paro a la evolución del PIB real. Por tanto, la relación que vamos a estimar quedaría expresada así:

(ut  – ut-1 ) = – β ( gytg*y )  

Crecimientos del PIB real por encima de la tasa “normal”, conllevarían un descenso de la tasa de desempleo, mientras que crecimientos del PIB real por debajo de esa tasa elevarían la tasa de desempleo. Trabajaremos con la siguiente expresión:

ut  – ut-1  = – β * gyt + α

De esta ecuación se puede estimar la tasa de crecimiento real del PIB que hace que la tasa de paro permanezca estable (ut  – ut-1  = 0), a partir de α / β.

Un razonamiento parecido aplicaríamos para el número de parados y el número de ocupados, obteniéndose las tasas de crecimiento real del PIB necesarias para que tanto el nivel de ocupados como el de parados no varíe.

Los datos del mercado de trabajo se han extraído de la Encuesta de Población Activa del INE, calculándose promedios anuales de los datos trimestrales. Por su parte, las tasas de crecimiento del PIB real se han obtenido de la Contabilidad Anual de España (Revisión Estadística 2019), también del INE.

En primer lugar, y como se observa en las figuras siguientes, se ha efectuado, para cada una de las variables objeto de estudio, la representación de la nube de puntos, situándose en el eje de abscisas las tasas de crecimiento del PIB real, y en el eje de ordenadas el diferencial de las tasas de paro (expresado en puntos porcentuales), y las tasas de crecimiento de los ocupados o la de los parados (en %) para España. En segundo lugar, se ha realizado la regresión lineal correspondiente para cada par de variables mediante MCO, y diferentes periodos: antes de la pandemia (1992-2019), incluyendo la crisis sanitaria (1992-2020), y considerando hasta la última información disponible (1992-2021).

Una vez estimadas las tres opciones de la ley de Okun con los datos disponibles, y los coeficientes de Okun correspondientes, es posible calcular cuáles son los ritmos de crecimiento del PIB real que hacen que las variables del mercado de trabajo consideradas (ocupados, parados y tasa de paro) se mantengan sin cambio, a partir del punto de corte de las rectas de regresión con el eje de abscisas. Si se creciera por encima de este nivel, se podría reducir la tasa de paro y el número de parados, y el número de ocupados crecería. Por el contrario, si el crecimiento real del PIB es inferior a ese nivel, la tasa de paro y el número de parados aumentarían, mientras que el número de ocupados se reduciría. Los resultados obtenidos se han recogido en la tabla siguiente:

Considerando el periodo prepandemia (1992-2019), se observa en primer lugar que es necesario que haya crecimiento económico para mantener estables las variables del mercado de trabajo. No obstante, las tasas son diferentes en cada caso. De este modo, la evidencia empírica pone de manifiesto que es relativamente más fácil, en términos de crecimiento necesario, aumentar el empleo que reducir la tasa de paro (0,93% frente a 1,96%, en España). Una de las posibles explicaciones es que los nuevos puestos creados al incrementarse el ritmo de crecimiento de la economía pueden ocuparse por población inactiva que pasa a incorporarse al mercado laboral, lo que se conoce como “efecto inscripción”, y no por personas paradas; esto haría que un aumento del empleo no lleve aparejado una reducción del desempleo de idéntica magnitud. De hecho, podría incluso aumentar el desempleo si la generación de empleo propiciada por el mayor crecimiento económico atrae proporcionalmente al mercado laboral a un mayor número de potenciales activos, por ejemplo, personas que entran en la edad laboral, estudiantes o inmigrantes recién llegados. Por el contrario, también es posible el abandono de la población activa ante el adverso escenario económico, debido al desaliento del buscador de empleo, lo que se conoce como “efecto desánimo”. Por ejemplo, en la anterior crisis (“Gran Recesión”) se observó cómo hubo muchos jóvenes que transitaron al desempleo, sobre todo en la construcción y sectores vinculados, lo que les llevó a volver a los estudios, pasando a ser inactivos. De este modo, hay una parte de la población joven que transita entre el empleo, el paro y el estudio a tiempo completo (inactividad) según la coyuntura económica.

Cabe destacar también que las tasas de crecimiento obtenidas para las variables relacionadas con el desempleo difieren: es más difícil reducir la bolsa de parados que la tasa de paro, siendo necesario un 2,47% de crecimiento real para que el nivel de desempleo no varíe y un 1,96% para que no cambie la tasa de paro. Unos ritmos de crecimiento de la economía que deben compensar el crecimiento de la población activa (que depende de factores demográficos, como la inmigración, y de participación, como la incorporación de los jóvenes y la mujer al mercado laboral) y los aumentos de la productividad del trabajo.

¿Qué ocurre cuando ampliamos la muestra con el año 2020? Que la ley de Okun se ve muy afectada. Al introducir este año atípico la necesidad de crecimiento económico en España para mantener estable la tasa de paro se reduce, pasando de 1,96% a 1,55%. En el caso del número de parados el cambio es mínimo, y en sentido contrario; es decir, aumenta ligeramente la necesidad de crecimiento (2,50% con datos 1992-2020, 2,47% con datos 1992-2019). Es llamativo lo que ocurre con la variación del número de los ocupados, no siendo necesario que haya crecimiento real del PIB para que el número de ocupados permanezca estable.

Estos cambios son consecuencia del desplazamiento de la ley de Okun al introducir el dato atípico del año 2020. Así, por ejemplo, con la ley de Okun estimada para el periodo 1992-2019, a una caída del PIB del -10,8% en 2020 le habría correspondido un aumento de la tasa de paro de 11,5 puntos porcentuales, en vez de los 1,4 puntos observados; un aumento del número de parados del 75,3%, en vez del 8,7% registrado; y un descenso de los ocupados del -16,3%, casi seis veces superior al observado, un -2,9%.

Otro resultado observado es una menor capacidad de ajuste de la ley de Okun en todos los casos, reduciéndose el coeficiente de determinación (R2). En general, para el periodo 1992-2019 los R2 son elevados (0,72 para la tasa de paro, 0,57 para los parados y 0,90 para los ocupados), lo que indica una relación de Okun bastante significativa. Sin embargo, al introducir el año 2020, se observa una menor capacidad de ajuste en todos los casos (0,44 para la tasa de paro, 0,32 para los parados y 0,66 para los ocupados).

Por su parte, la pendiente de la recta de regresión, lo que se conoce como el coeficiente de Okun, recoge la elasticidad de las variables laborales al crecimiento económico. Para la tasa de paro española, el coeficiente es de -0,90, lo que indica que los efectos del crecimiento económico sobre los cambios en la tasa de desempleo son elevados (factor vinculado a la elevada temporalidad). Este coeficiente, sin embargo, casi se reduce a la mitad (-0,48) al considerar también para el cálculo de la recta el año 2020. Existe, por tanto, una fuerte evidencia de ruptura estructural en la relación en dicho año. La misma conclusión (de cambio importante) se obtiene si se analizan los parados (pasa de -5,67 a -2,92) o los ocupados (pasa de 1,39 a 0,83). De este modo, el intenso efecto de la pandemia y el notable uso de los ERTEs ha tenido un notable impacto en la estabilidad que los coeficientes de Okun habían mostrado a lo largo del tiempo –Usabiaga (2010) y García-Cintado y Usabiaga (2014).

Otra cuestión que se puede plantear, una vez cerrado el ejercicio 2021, es qué pasa con la ley de Okun al introducir un nuevo dato, y cómo variaría si no se considerara el año 2020. Al introducir esta nueva información (2021), cambia ligeramente la pendiente, de forma que aumenta ligeramente el crecimiento del PIB necesario para mantener la tasa de paro y el número de parados estable respecto al análisis 1992-2020, y prácticamente es igual el resultado en términos de ocupados. Por su parte, si obviamos el año 2020, como si no hubiera existido, la nueva regresión para 1992-2021 conllevaría tanto un ligero incremento de la tasa de crecimiento del PIB necesaria respecto a la calculada para el periodo 1992-2019 en las variables relacionadas con el desempleo como en el caso de los ocupados. En los gráficos puede observarse que la pendiente de la ley de Okun para 1992-2019 y 1992-2021 (sin 2020) son similares, al igual que las pendientes para 1992-2020 y 1992-2021. Conforme fuese aumentado la muestra y la economía volviese a parámetros “de normalidad” sería previsible que se fuese recuperando la ley de Okun inicial (pre-2020). Sin embargo, esto es muy cuestionable, dado que los ERTEs parece que seguirán utilizándose, nos ha azotado un nuevo shock severo (la guerra en Ucrania), la inflación ha escalado a niveles de hace bastantes décadas y hemos tenido una reciente reforma laboral. No sabemos muy bien, por tanto, cuál será la “nueva normalidad” en términos de la ley de Okun.

Queda demostrado, por tanto, que el periodo seleccionado y la fase del ciclo económico en la que se encuentra la economía española influyen de manera importante, junto a otros factores cambiantes, en la estimación de la ley de Okun, como hemos intentado mostrar operando con el año 2020, por lo que hay que ser cautelosos al intentar utilizar estas regresiones, basadas en datos retrospectivos, para predecir lo que podría ocurrir en los próximos años en el ámbito laboral a tenor de las previsiones de crecimiento del PIB real. Asimismo, cuando se plantea conocer cuánto debe impulsarse el crecimiento del PIB real, mediante medidas expansivas, para por ejemplo lograr aumentar el número de ocupados, el contar con una herramienta como la ley de Okun descrita puede ser útil u orientativo, pero puede llevar a conclusiones poco fiables si, como se ha mostrado, la robustez y estabilidad de esa relación se pueden ver alteradas con facilidad.

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