Texto: Jordi Paniagua y Cristina Villó
La pandemia de coronavirus ha causado una crisis económica a nivel mundial que ha venido a acelerar una situación de ralentización de un ciclo económico marcado por un alto nivel de endeudamiento en los países occidentales con tipos de interés cero, altas dosis de proteccionismo y un alto grado de tensión en las relaciones comerciales entre las grandes potencias.
Por su parte, las empresas multinacionales se enfrentan a un escenario complejo que les obligará en mayor o menor medida a revisar sus operaciones futuras, para las que deberán tener en cuenta los posibles riesgos a asumir frente a las previsiones de rentabilidad, así como reconsiderar sus cadenas de aprovisionamiento a medio y largo plazo. La incertidumbre que ha generado la interrupción del suministro por parte de proveedores habituales puede provocar un acortamiento de las distancias en las cadenas de valor globales que se van a relocalizar. El aprovisionamiento y la seguridad en los stocks tanto de producto acabado como de bienes intermedios no pueden seguir dependiendo de un país o de una localización dentro de ese país.
La evolución de los flujos de Invesrión Extranjera Directa (IED) a nivel mundial, y según estimaciones de la OCDE, escenarios más optimistas prevén una disminución del 30% en 2020 en comparación con 2019, mientras que los más pesimistas predicen que la caída podría ser más profunda y de una mayor duración. Las cifras del reciente World Investment Report 2020 de la UNCTAD reportan unas cifras similares: una caída del 40% en fusiones y adquisiones y del 50% en inversión nueva (greenfield) en los tres primeros meses del 2020. La mayor caída se espera en Europa, pero advierte el informe que términos relativos los países en vías de desarrollo se verán más perjudicados por el descenso de la inversión en sectores clave como el turismo.
En esta compleja situación, los gobiernos de todo el mundo han tomado posiciones promoviendo medidas de gran alcance para combatir los efectos económicos negativos de la crisis, e introduciendo mecanismos de revisión de la IED para proteger industrias consideradas críticas ante posibles amenazas de adquisiciones foráneas. Como nos recordaban hace poco este mismo blog, estamos ante un nuevo escenario en el que las agencias regionales de promoción de inversiones (APIs) tendrán que afinar sus instrumentos y tocar de oído con una nueva partitura.
En esta entrada queremos ampliar el análisis de las agencias de promoción de inversión extranjera que publicamos recientemente aquí con unas reflexiones enmarcadas en la crisis del coronavirus. Según el IPA Survey 2020 de la UNCTAD, las APIS esperan una reducción considerable de los proyectos de inversión que gestionan.
No obstante, durante los últimos meses, la actividad de las agencias regionales de promoción de inversiones en España no se ha visto radicalmente afectada en tanto en cuanto han ido recibiendo iniciativas de inversión que probablemente se habían estado gestando en los últimos meses del pasado año y comienzos del presente y se han decidido justo antes de la pandemia. Sin embargo, en un medio plazo, las APIs van a enfrentarse a una situación de contracción de la IED a nivel global, lo que, unido a posibles cambios en las prioridades de las políticas de los diferentes gobiernos autonómicos, así como un posible ajuste en los respectivos presupuestos, obligará a replantear funciones, actividades y estrategias a futuro. Sin embargo, en tanto que la atracción y retención de IED puede ser parte de la futura recuperación económica, resulta imprescindible que, en los planes que se diseñen, se respalde cualquier posibilidad de inversión ya que está demostrado que la IED influye directamente en la generación de empleo, y facilita el acceso a nuevos servicios, tecnología y conocimiento, incidiendo positivamente en el desarrollo de la economía local. Esta situación de pandemia ha afectado sobre todo a la movilidad de las personas, y nos ha introducido en una realidad en la que el contacto físico será probablemente cada vez más complicado.
De la noche a la mañana, las APIs han visto canceladas las visitas de posibles inversores, la asistencia a ferias o eventos, e incluso las reuniones presenciales de los propios equipos. Ello, unido a la situación de confinamiento, ha obligado a una reorganización de trabajo. Incorporar nuevas formas de plantear la actividad habitual, implementando el trabajo en remoto, ha supuesto un verdadero desafío para estas organizaciones, que han tenido que enfrentarse a la implantación de soluciones digitales de urgencia, para poder seguir manteniendo la actividad, como plataformas para reuniones y seminarios virtuales, al tiempo que plantean incorporar herramientas más avanzadas de inteligencia artificial para promocionar el territorio como destino estratégico de inversión, como la implantación de mapas interactivos en línea o soluciones de realidad virtual para dar a conocer las diferentes localizaciones. La mayoría de las APIs en España han dedicado un espacio en su web a la información actualizada en relación con la COVID-19, sobre las diferentes medidas que han ido impulsando los diferentes gobiernos de interés para las empresas, así como información referida a las restricciones de movilidad terrestre, aérea o marítima en los diferentes países, o la evolución de la situación económica e industrial a nivel internacional. Asimismo, se han creado plataformas virtuales para atraer soluciones tecnológicas y capacidades empresariales disponibles para la fabricación y suministro de aquellos productos o servicios a aportar a la situación de emergencia en cada territorio, y se han remitido encuestas on line para valorar el impacto en las empresas, entre otras muchas actuaciones. La situación de teletrabajo ha provocado también la retirada progresiva de los procedimientos centrados en el papel para incorporar procesos automatizados de administración electrónica a través, por ejemplo, de la implantación de la firma digital, y otros como la ventanilla única que facilita y reduce los tiempos para la obtención de licencias o permisos.
Las APIs se han visto obligadas a reducir en los últimos meses sus actividades de marketing, aunque al mismo tiempo han aprovechado para plantear una mayor coordinación con aquellas entidades colaboradoras como Ayuntamientos, Cámaras de Comercio, y Organizaciones Empresariales. Asimismo, se han promovido reuniones entre las APIs regionales bajo la coordinación de ICEX- Invest in Spain, con el objetivo de intercambiar información sobre las respectivas realidades y compartir ideas sobre posibles líneas de trabajo futuras, así como intercambiar experiencias, así como lecciones aprendidas. En los próximos meses, algunas de estas agencias deberán plantear una revisión de sus respectivos planes estratégicos -ya que algunos de ellos fijaban el límite de vigencia en el presente ejercicio 2020-. Ello les va a permitir reconsiderar sus estrategias a medio y largo plazo, para adaptarse a la nueva situación, y a las necesidades cambiantes de los inversores. Esa necesidad de repensar su propuesta de valor para por redefinir el modelo, así como de priorizar sectores estratégicos, y países emisores a los que dirigir los esfuerzos de marketing, con el objetivo de realizar una búsqueda más selectiva de los posibles inversores. unido a la necesaria alineación de la estrategia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, son los próximos retos que afrontarán muchas de las agencias regionales en los próximos meses. Esta revisión de la estrategia deberá ir acompañada de una importante apuesta de inversión desde el punto de vista tecnológico y digital, ya que disponer de una buena infraestructura digital va a suponer un aspecto crítico para el futuro de estas organizaciones.
Los retos que plantea la actual situación, teniendo en cuenta la alta depedencia exterior de España en productos sanitarios básicos (ver aquí), obligan a las APIs a trabajar en una especialización sectorial reorientando las políticas de atracción de inversión hacia aquellos sectores identificados de crecimiento y que se han posicionado como sectores de oportunidad post COVID-19 como el de dispositivos médicos, productos sanitarios, biotecnología, farmacéutico, semiconductores, componentes de automoción, automoción, servicios de software, tecnología digital, ciberseguridad, metal, textil, energías renovables, aeroespacial, comercio electrónico, o servicios de telemedicina.
Por último, queremos destacar, entre las estrategias a priorizar por los distintos gobiernos regionales, aquellas que necesariamente deberán dirigir a retener la inversión ya realizada en el territorio. Para ello, se deberá incidir por parte de las APIs en reforzar las relaciones con las empresas multinacionales implantadas para transmitirles su apoyo a posibles operaciones, así como para encontrar nuevas oportunidades para la expansión de su actividad. Es importante incrementar la interlocución, identificando sus necesidades, y ayudándoles en la solución de posibles problemas. Además, es fundamental apoyar a los inversores en sus relaciones con la cadena de suministro local, ayudándoles a identificar proveedores críticos para el mantenimiento y desarrollo de su actividad. Es fundamental esa aproximación para estrechar las líneas de colaboración entre las multinacionales implantadas y las pymes locales. Reforzar la unidad o departamento de “Aftercare”, va a ser fundamental para identificar estas necesidades y activar la comunicación y el conocimiento mutuo entre las diferentes partes, así como para intensificar la coordinación entre los inversores y los diferentes gobiernos autonómicos que faciliten los cambios en materia normativa que posibiliten la permanencia de la inversión en los respectivos territorios.