Se esperaba mucho más del alcance de las medidas de política monetaria y de la comparecencia en la conferencia de prensa de la presidenta Christine Lagarde (https://www.youtube.com/watch?v=ojOu7JP-1g0) tras la reunión celebrada por el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo el pasado jueves 12 de marzo.
Era la reunión ordinaria y programada en el calendario de la institución que, cada seis semanas, se reúne para tomar decisiones sobre la política monetaria. No se plantearon que hubiera nada excepcional para alterar el calendario y convocar una reunión extraordinaria a la vista de los efectos que la expansión del coronavirus estaba provocando, como sí lo hizo la Fed dos veces: la primera el pasado 3 de marzo para recortar su tasa de referencia a un rango entre el 1%-1,25%; y la siguiente el domingo 15 cuando decidió dejar la tasa entre el 0%-0,25% y reactivar el programa de compras (QE) en 700.00 millones de dólares (500.000 millones en deuda del Tesoro americano y el resto en bonos de titulización hipotecaria).
Pero la Eurozona, claro, no es EE.UU y desde el comienzo de su intervención Lagarde no dejó lugar a dudas. En primer lugar, la presidenta afirmó que las medidas adoptadas no iban a ser un “whatever it takes, número dos”, haciendo referencia a la famosa frase pronunciada por Mario Draghi en 2012 en uno de los momentos más dramáticos de la crisis y tras la que se implementó el programa de salvamento más importante de un país de la Eurozona: las Operaciones Monetarias Directas.
En segundo lugar, la presidenta aclaró que entre las funciones del Banco Central Europeo (BCE) no se encuentra la de atajar la expansión del coronavirus. Son otros actores con otras herramientas las que se deben usar para hacer frente a esos problemas. Lagarde instó a los Gobiernos y a la Comisión Europea a utilizar la política fiscal para implementar una respuesta urgente y coordinada frente a las consecuencias de la crisis sanitaria mundial. La respuesta tanto de la Comisión como, en nuestro caso, del Gobierno español ya se ha puesto en marcha…
Las medidas adoptadas por el BCE solo dejaron contento al presidente del Budesbank y las respuestas en los mercados no tardaron en llegar. Las bolsas europeas se desplomaron. En España el Ibex 35 perdió ese día un 14,06% (hasta los 6.390,90 puntos) la mayor caída desde la existencia de este índice. En los mercados de divisas el euro perdió el 1,5%. En los mercados de deuda la prima de riesgo de la deuda italiana se disparó de manera importante.
La comparecencia de Lagarde fue ampliamente criticada por los expertos como un importante fallo de comunicación y una actitud distante frente a la crisis provocada por el coronavirus. Lagarde posteriormente tuvo que clarificar su postura afirmando que el BCE estaba muy comprometido con la tarea de evitar la fragmentación en la Eurozona pues una situación así desequilibra la transmisión de la política monetaria en la Eurozona. En clara alusión a la situación provocada en los mercados de deuda italiana.
¿Cuáles han sido las medidas acordadas por el Banco Central Europeo?
El Consejo de Gobierno adoptó un paquete de medidas de política monetaria con la finalidad de facilitar la liquidez y las condiciones de financiación a empresas, hogares y entidades de crédito y favorecer el suministro de crédito a la economía real. Pasemos a detallar las características y el alcance de las medidas.
1. Tipos de interés. No ha habido ninguna modificación. El tipo de referencia permanece en el 0%, la facilidad marginal de crédito en el 0,25% y en el -0,50% la facilidad de depósito. La Eurozona tiene poco margen para rebajas adicionales de tipos de interés al tener la referencia principal en un nivel cero. Quizás se esperaba una mayor penalización en la facilidad de depósito como una señal indiscutible de castigo a las entidades de crédito que deseen utilizar este recurso frente a la alternativa de prestar al sector privado. Ciertamente, tanto la Reserva Federal como después el Banco de Inglaterra han tenido un margen mayor para recortar su tipo de referencia poniendo de manifiesto los límites de la política monetaria actual en la Eurozona en términos de tipos de interés.
2. Aumentar el Programa de Compra de Activos (PCA) hasta los 120.000 millones de euros hasta final de año. Este programa sintetiza la expansión cuantitativa del BCE (QE) y, sin duda, es su programa estrella. Las compras se realizarán utilizando todo tipo de activos, de entre los que se destaca el uso de bonos de deuda corporativa, con un gran impacto sobre la financiación de las empresas no financieras. El PC se reactivó en noviembre de 2019 con un ritmo de compras mensuales por valor de 20.000 millones; el aumento anunciado por Lagarde supone que las compras aumentarán cada mes unos 13.333,33 millones adicionales hasta los 33.3333,33 mensuales que permitirían completar los 120.000 millones en los nueve meses próximos hasta el final de 2020. No parece que sea mucho, y más si se compara con la QE de la Fed por valor de 700.000 millones de dólares.
3. Proporcionar liquidez a las entidades de crédito mediante operaciones de financiación a plazo más largo (LTRO, por sus siglas en inglés) adicionales a las ordinarias (de periodicidad mensual y vencimiento trimestral). Estas LTRO adicionales se llevarán a cabo semanalmente desde el 16 de marzo hasta el 8 de junio y todas ellas tendrán como vencimiento el 20 de junio. Estas operaciones están diseñadas para ser un apoyo adicional en caso de necesidad de las entidades de crédito que podrán acceder a ellas ilimitadamente.
4. Modificar las condiciones de acceso de las entidades de crédito a la tercera serie de operaciones de financiación a plazo más largo vinculadas específicamente a financiar a familias y empresas (las conocidas como TLTRO III, por sus siglas en inglés). El objetivo de esta relajación es el de alentar la financiación privada, especialmente a pequeñas y medianas empresas, ante la crisis sanitaria y por ello el alcance más importante de esta medida se centra en el coste de financiación. El tipo de interés de estas operaciones se reduce 25 puntos básicos y podrá ser hasta 25 puntos básicos inferior al tipo de interés medio aplicable a la facilidad de depósito durante el período comprendido entre junio de 2020 y junio de 2021 en todas las operaciones TLTRO III vigentes durante ese período. Esta medida supone que con la facilidad de depósito actual al -0,50% el tipo de interés de las TLTRO III puede caer hasta el -0,75%. El único problema es que junto a la posibilidad de prestar está la voluntad de hacerlo y ante un aumento de riesgos es difícil que, aun existiendo esta mayor facilidad de acceso al crédito, exista una clara voluntad de las entidades bancarias de exponer sus balances, ya de por sí muy comprometidos, en un escenario económico bastante desalentador.
La efectividad de todas estas nuevas medidas y su alcance dependerá de cómo se vayan sucediendo los acontecimientos en materia sanitaria y del alcance de las medidas de política fiscal emprendidas. Es cierto que esta batalla requiere un concierto muy amplio pero, por lo que concierne al BCE quizás se esperaba algo más…