Este post se ha escrito con Cristina Aragón y Cristina Iturrioz
Según un estudio del Instituto de la Empresa Familiar, las empresas familiares son el tipo de organización empresarial más extendido globalmente, contribuyendo en más del 70% al PIB mundial. En España, las empresas familiares representan el 88% de las sociedades mercantiles y generan el 70% del empleo del sector privado. Debido a su relevancia, el comportamiento de las empresas familiares es clave para el territorio en el que están arraigadas.
Se consideran familiares las empresas gobernadas y/o gestionadas por una o varias familias que controlan su propiedad y que aspiran a su continuidad intergeneracional. Este tipo de organizaciones se caracterizan por desarrollar relaciones de confianza, sólidas y basadas en la reciprocidad a largo plazo con los actores del territorio donde están arraigadas, como, por ejemplo, sus clientes. Sin embargo, cabe preguntarse si esta mayor persistencia en las relaciones se traslada también a las que establece con sus clientes extranjeros. Esta cuestión es la que ha motivado un proyecto de investigación que hemos finalizado recientemente los autores de este post junto a Raúl Mínguez y Francisco Requena.
Nuestro estudio analiza si las empresas familiares tienen relaciones de exportación más duraderas que las empresas no familiares. Definimos una relación de exportación como la operación de venta de un producto que realiza una empresa en un mercado extranjero. Por ejemplo, las ventas de bicicletas que la empresa familiar BH realiza en Francia es una relación de exportación, mientras que las ventas que BH realiza del mismo producto en Alemania es otra relación de exportación, distinta a la anterior. Para realizar el estudio, utilizamos el universo de transacciones de exportación a nivel de empresa, producto y destino de las empresas familiares y no familiares españolas durante el periodo 1997-2012.
Nuestras estimaciones muestran que las relaciones de exportación de las empresas familiares tienen un 8% menos de probabilidad de desaparecer que las relaciones de las empresas no familiares. Este resultado se mantiene una vez controlamos las características de la relación de exportación, como su duración o valor; las características de la empresa, como su tamaño o productividad; las características del producto, como su grado de diferenciación; y las características del destino de exportación, como su peso económico o distancia de España.
Nuestro estudio muestra también que las diferencias entre las empresas familiares y no familiares son más acusadas durante los periodos de crisis y en mercados cuyo idioma no es el castellano, que aproxima la distancia cultural entre España y el mercado de exportación. En épocas de crecimiento económico, la probabilidad de que una relación de exportación desaparezca es un 6% más baja para las empresas familiares que para las no familiares. Sin embargo, esta diferencia aumenta al 11% durante periodos de crisis. Por otra parte, mientras que la probabilidad de que una relación de exportación desaparezca en un mercado exterior cuyo idioma oficial es el español es un 5% menor para las empresas familiares que para las no familiares, esta diferencia aumenta al 9% cuando el idioma oficial del destino de la exportación no es el español.
En suma, los resultados muestran que las empresas familiares tienen relaciones de exportación más duraderas que las no familiares y que esta diferencia es más acusada en entornos más difíciles, como una crisis económica o un destino de exportación más alejado culturalmente de España. Por tanto, estos resultados sugieren que las empresas familiares extienden su sólido capital social interno, no solo al ámbito local, sino también a sus relaciones comerciales internacionales.
Finalmente, nuestros resultados son consistentes con la idea de que la orientación a largo plazo de las empresas familiares las lleva a ser más persistentes en sus estrategias, desarrollando proyectos empresariales que tienen como aspiración su transmisión de generación en generación, incluso en lo que atañe a las relaciones comerciales internacionales. Este modus operandi es reflejo de que la continuidad y orientación al largo plazo es clave en la razón de ser de las empresas familiares.