Uno de los debates actuales más encendidos sobre el futuro del comercio internacional es si, desde la Gran Recesión, estamos asistiendo a un proceso de retroceso de la globalización (desglobalización) o a una ralentización de su avance (“slowbalisation”). Recientemente, Baldwin argumentaba (aquí y aquí) que tal proceso no estaba claro en tanto que la ratio comercio de bienes sobre PIB no se había reducido desde 2008 en todas las áreas económicas (no lo había hecho en un amplio número de Estados miembros de la UE, incluido España) y la ratio comercio de servicios sobre el PIB había seguido creciendo de forma generalizada, siendo particularmente dinámico el comercio de servicios intermedios; un comercio que seguiría creciendo impulsado por la reducción de las barreras a sus intercambios transfronterizos que estaba propiciando las tecnologías digitales. Por tanto, concluía que el futuro de la globalización es el comercio de servicios intermedios.

Tal y como la hiperglobalización del periodo previo a la Gran Recesión había estado vinculada a la expansión de las Cadenas Globales de Valor (GGV), el freno en la globalización lo está a una desaceleración de las mismas.

Esta desaceleración se explica por varias causas (Antràs, 2021; Gandoy y Diaz-Mora, 2020). Entre otras, podemos citar el propio proceso de maduración de las estrategias de fragmentación internacional de la producción; cambios en factores que habían impulsado su crecimiento (menor gap salarial entre países avanzados y en desarrollo; menor presión sobre la competitividad-precio por cambios en el modelo de crecimiento de China; impacto de la llamada cuarta revolución industrial); cambios en el contexto económico y geopolítico (surgimiento de tendencias proteccionistas, impacto de la COVID 19 y del conflicto de Ucrania).

Uno de los indicadores más utilizados para el análisis del comercio asociado a CGV es el porcentaje de valor añadido foráneo contenido en las exportaciones de un país o área económica. Así, cuanto sea la dependencia de inputs foráneos que muestran las exportaciones es indicativo de su participación en dichas cadenas. Utilizando este indicador con datos de la base de datos TiVA de la OCDE (Gráfico 1), constatamos que el freno en las CGV para el agregado mundial y el de la UE y más claramente para España.

Gráfico 1: Contenido foráneo de las exportaciones (%, 1995-2018)

Gráfico 1

Fuente: Trade in Value Added (TiVA)- edición 2021, OCDE.

No obstante, si solo consideramos dentro de esos inputs foráneos contenidos en las exportaciones aquellos que proceden del sector servicios, ese freno en las CGV es menos nítido en la UE donde la dependencia de servicios foráneos ha seguido creciendo desde 2008 lo que también ocurre en España desde 2009 (Gráfico 2). Estos datos reflejan que, al menos en la UE, no hay freno a la globalización en lo que se refiere al comercio de servicios intermedios cuyo crecimiento está acelerando una vía de globalización y de inserción en CGV, que es precisamente la de los servicios. Esta mayor dependencia de servicios foráneos se enmarca en una tendencia a la creciente incorporación de servicios en la producción manufacturera (servicificación) que, a tenor de la literatura empírica, impulsa su competitividad (Blázquez, Diaz-Mora y González, 2020; Díaz-Mora, Gandoy y González, 2018).

Gráfico 2: Contenido en servicios foráneos de las exportaciones (%, 1995-2018)

Fuente: Trade in Value Added (TiVA)- edición 2021, OCDE.

 

A este proceso servicificación internacional están ayudando las tecnologías digitales al facilitar que las personas ubicadas en un país ofrezcan servicios que antes requerían una interacción cara a cara con personas en otro país (telemigración), lo que permite que los servicios digitales se negocien internacionalmente abriendo la puerta a un nuevo canal de globalización (Baldwin, 2020).

Este nuevo canal de globalización está asimismo incentivando una nueva vía para la participación en CGV por medio de una creciente dependencia de servicios digitales foráneos, particularmente programación, consultoría y otras actividades de telecomunicaciones y servicios de información. Así, si de los inputs foráneos contenidos en las exportaciones desagregamos aquellos que proceden de dichos servicios digitales, observamos cómo, aunque su peso sigue siendo muy pequeño, su crecimiento ha sido espectacular habiéndose cuadruplicado, triplicado y duplicado para la UE, media mundial y España respectivamente desde 1995 y no habiéndose frenado su crecimiento desde la Gran Recesión (Gráfico 3).

Gráfico 3: Contenido en servicios digitales foráneos de las exportaciones (%, 1995-2018)

Fuente: Trade in Value Added (TiVA)- edición 2021, OCDE.

Por tanto, tal y como sugieren otros autores (van der Marel, 2020), la globalización no está en declive, sino que está experimentando un cambio notable al volverse más inmaterial, menos física y más digital. De igual manera, la servicificación y la digitalización están impulsando una nueva vía para la integración en CGV más apoyada en la incorporación de servicios digitales.

Esta nueva forma de participación en CGV, quiénes son sus principales actores y el lugar de España en ese ranking es parte de un trabajo de investigación (Blázquez, Díaz-Mora y González, 2023) que se publicará en breve y cuyos principales resultados dejamos para una próxima entrada.

Catedrática de Economía / Professor of Economics
Editor in Chief of Applied Economic Analysis

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